La propiedad privada en este país está en peligro.
Cualquier persona puede entrar en tu casa y quitártela. Basta con que tardes en darte cuenta, te cambien la cerradura y, hala, a la calle, «compuesta y sin casa».
Es lo que tenemos con un gobierno que ampara este tipo de situaciones, un gobierno que ampara a los infractores, en este caso a los «ocupas».
Y es que los pobres pueden estar en una situación de vulnerabilidad y, por ello, tener derecho a delinquir.
El mundo al revés. Hoy se protege al delincuente y no a la persona honrada. Alterando el refrán español, si entra un ladrón tiene cien años de perdón, pero ¿quién perdona al que se queda sin casa?
Este gobierno por lo visto no.