Todavía danzando las elecciones Trump-Biden. Cada vez falta menos para el 12 de diciembre cuando el voto de sólo 538 ciudadanos llamados “los electores” del Colegio Electoral votarán por uno de los candidatos y dirán quién es, definitivamente, el próximo presidente de Estados Unidos.
Con un candidato demócrata, Biden, que tiene mayoría suficiente y un candidato republicano, Trump, que denuncia fraude electoral. Si consigue demostrarlo continuará en el poder otros cuatro años y sino habrá que esperar... Aquí unas elecciones municipales en abril de 1931 cuyos verdaderos resultados siguen siendo una incógnita 85 años después, desencadenaron la salida del Rey Alfonso XIII y la proclamación de la II República, que poco duró.
Y en España y Navarra toca hablar de presupuestos vitales para una actividad, dan estabilidad y margen de maniobra a quien toca dirigir. Sin embargo, hay un factor que desestabiliza dicha situación. Es la obsesión de pactar con amigos de asesinos de ETA, sin sentimiento de culpa alguno. Y así, el juego se rompe.
Mientras el alcalde de Pamplona y su equipo de gobierno lo tiene claro y pactará con las formaciones políticas, pero no con Bildu, Sánchez, en esta nueva «anormalidad», pacta los presupuestos con Bildu y visita Navarra.
Entre abucheos y protestas de los navarros es recibido por Chivite ¿extraño? No. Pistoletazo de salida para, al día siguiente, anunciar ésta su pacto rubricado con Bildu.
Tres días, todo en tres días.
Alegando Sánchez que es la primera visita oficial a Navarra desde 1952. Año en el que, según los anales, el General Francisco Franco, como Jefe del Estado, reiteró visita oficial después del 18 de abril de 1938, tras la concesión a Navarra de la Cruz laureada de San Fernando.
El caso es que Sánchez y Chivite han negociado con Bildu sin necesitar sus votos, arrinconando a sus propias víctimas y a todas las del terrorismo de ETA. Tras reiterar por activa, pasiva y perifrástica que no pactaría con Bildu.
Tras lo cual, barones socialistas, alarmados, cuestionan las acciones y gestión políticas de Sánchez. Digo yo, ¿Por qué no una corriente interna, una petición de Congreso interno para retirar el apoyo a Sánchez y que no actúe en nombre del PSOE?
Con todo, lo peor ocurrió en Navarra cuando Chivite, sin ganar las elecciones de 2019, fue investida presidenta conformando y acordando gobierno con Geroa Bai, Podemos, I-E y Bildu, partidos minoritarios a los que los navarros, en las urnas, retiraron la mayoría que sumaban para que no volvieran a gobernar.
Y es que la negociación con Bildu, que permitió el acceso a la presidencia de María Chivite y el apoyo a sus primeros presupuestos con el beneplácito de Sánchez, supuso un antes y un después sin precedentes en los últimos 40 años en España, porque hasta ahora el PSOE, en general, y el PSN, en particular, eran contrarios a cualquier negociación con los herederos de Herri Batasuna que lidera Arnaldo Otegi.
Para más inri Chivite lo hizo habiéndole ofrecido el partido mayoritario, Navarra Suma, como siempre, pacto de investidura y gobierno, al igual que ahora lo ha hecho con los Presupuestos Generales de Navarra. Pero la respuesta fue y es veto a NA+ y si a Bildu.
Si esto ha sido posible, se ha tolerado y fue el acicate para Sánchez en su formación de gobierno, ¡qué queda por ver! Ahora con continuos estados de alarma y sus consiguientes decretazos y con la novedad de que también lo delega en las CCAA.
Sea como fuere, Navarra sigue el camino iniciado por Barkos y continuado por Chivite. Gastar cientos de miles de euros de los negociados presupuestos para fomentar e imponer un idioma minoritario dentro de la política identitaria vasca. Esa que tantas veces criticaba Chivite, junto a UPN, en la oposición y en la campaña electoral.
Esperpento puro y duro.
El ciudadano se pregunta, ¿así, cuánto tiempo?
Seguiremos… Hasta la próxima semana
Nieves Ciprés, periodista