Craso error cometería, de nuevo, Pedro Sánchez si mantiene tras el levantamiento del estado de alarma, hoy por hoy, no se sabe todavía, a Pablo Iglesias y sus acólitos en el Gobierno.
Saltándose, una vez más, la cuarentena por segundo positivo de coronavirus de su pareja-mujer mientras los españoles cumplen el confinamiento bajo multa, el vicepresidente podemita quiere endurecer más todavía el confinamiento y avanzar en una línea clara de ataque a la propiedad privada, expropiación e intervención total de la economía y de los medios de producción de este país.
Unas ideas que, hoy en día, ponen los pelos de punta a cualquier simple economista, sabedor, de que la intervención masiva de una economía está abocada al fracaso, ya que reprime todo tipo de iniciativa personal y, con ello, la innovación y la modernización. Pone los pelos de punta a cualquier trabajador o emprendedor.
Este país está mostrando su hartazgo con aquellos que creen solamente en el Estado como elemento salvador. Salvador de aquellos que se arrogan el mando. Sí, esa » casta» de advenedizos que solo aspiran a lo que tanto critican y, que, una vez llegados a su destino se olvidan de todo y solo actúan para mantener lo conseguido, olvidándose del resto y abrazándose a lo que tanto odiaban.
Gente sin escrúpulos, manipuladora y capaz de todo para conseguir sus objetivos.
Terminada esta crisis, cuando menos, no quedaría otra salida que su cese y ruptura de la coalición de Gobierno. En su caso, nuevas elecciones.