El golfo Pérsico es uno de los centros donde confluyen los intereses de las potencias a nivel global Estados Unidos China, Rusia, y estos intereses no son necesariamente convergentes. Es una región geopolítica de primer orden, debido entre otros factores a la concentración de recursos energéticos y a las líneas de comunicación que nos llevan a ellos.
El 3 de enero, un ataque de Estados Unidos en Bagdad causó la muerte del comandante iraní Qasem Soleimaní y otro líder militar chií de Irak, una acción a la que Teherán respondió días más tarde con el lanzamiento de misiles contra bases iraquíes en las que están desplegadas tropas estadounidenses.
Casi todos los países del golfo Pérsico acogen a tropas estadounidenses y, por tanto, podrían ser objeto de un ataque si Irán decide propinar otro golpe a Estados Unidos, pero el mayor peligro es el que amenaza a la economía de una región que por primera vez en mucho tiempo insta en bloque a la desescalada.
Irán, que se siente amenazado por la presencia de bases y buques de guerra estadounidenses en la región, ha advertido durante años que estrangularía el estrecho de Ormuz, en el caso de guerra o sanciones económicas.
Controlar el estrecho de Ormuz es la herramienta clave con la cual Irán podría internacionalizar un conflicto. Irán podría percibir erróneamente el tamaño y el alcance de la «zona de acuerdo posible», y estaría dispuesto a esperar mucho más tiempo para obtener el mejor resultado de la negociación.
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