Como viene siendo habitual, últimamente, el Rey Felipe VI muestra en sus comentarios, una mentalidad preclara que muchos de los dirigentes políticos de este país carecen.
Tras el «prometo» llevado a cabo por Pedro Sánchez para ser oficialmente ya presidente del Gobierno de España, delante del Rey Felipe VI, éste le realizaba un comentario profético, «el dolor viene después».
Pedro Sánchez ya es Presidente, y, ahora, ¿Qué?
Pues le crecen los problemas desde el minuto uno. Y tener un problema, hoy en España, significa dolor.
Cientos de preguntas han formulado ya sus socios de Gobierno en el Congreso y en el Senado que esperan respuesta. Preguntas, por cierto, capciosas y hechas a mala fe.
Pedro Sánchez ha tenido que frenar ya tres veces las ansias de poder de su aliado Podemos. Ha ralentizado el nombramiento de sus ministros; ha tenido que crear un código deontológico de obligado cumplimiento para los futuros ministros y ha tenido que decir a su futura vicepresidenta, Carmen Calvo, que avise de que no va haber dos gobiernos paralelos en este país.
Hoy mismo va a reunirse con Torra y… a claudicar.
Y esto es el principio. Dolor y más dolor.
¡Qué razón!, Felipe VI.