El aniversario de los infames atentados islámicos de Cataluña han demostrado que las víctimas son las únicas que sufren la muerte de sus seres queridos.
La clase política, responsable subsidiaria de lo sucedido, solamente se dedica a sus intereses que son «salir en la foto» y hablar y hablar.
Soluciones pocas y si encima se intenta patrimonializar el mérito o el demérito de lo sucedido, la cosa se vuelve insoportable.
Cómo es que haya tenido que haber varios homenajes para una misma cosa y que los responsables políticos, en este caso, todo un ministro del interior, haya obviado a las víctimas.
Las víctimas son ciudadanos normales y corrientes, sin más aspiración que vivir una mejor vida, pero que ven cómo quienes tienen que defender sus intereses se dedican a hablar y hablar, sin vivir la realidad y estando solo preocupados de su sillón y de mantenerse en el poder.
Esperpento puro y duro.