Empieza a parecer una maldición. Cuando no es por una cosa, es por la otra, pero el París Saint-Germain parece maldito en la Liga de Campeones, el único objetivo que justifica la multimillonaria inversión catarí en el equipo y la piedra en la que, año tras año, tropieza su constelación de estrellas.
Remontadas fuera de su estadio contra el Barcelona, bulimia frente a un grande ante el Real Madrid y, en esta ocasión, remontada ante sus aficionados frente al Manchester United. De todos los colores se viste el fracaso parisiense en ante el reto europeo.