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Gesta española, termina la Travesía del «Plus Ultra»

  • Por José V. Ciordia, historiador

Tal día como hoy, un 10 de febrero de 1926, terminaba en Buenos Aires, capital de Argentina, la travesía del hidroavión español Plus Ultra, convirtiéndose en la primera entre Europa y América.

El Plus Ultra es el primer gran vuelo español, y el primero del mundo que consiguió cruzar el Atlántico Sur con un único avión. Realizado entre el 22 de enero y el 10 de febrero de 1926, al mando de Ramón Franco Bahamonde iban dos navarros: el Capitán de Artillería y piloto estellés Julio Ruiz de Alda Miqueléiz, y el soldado mecánico Pablo Rada Ustárroz, de Caparroso.

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) puso de manifiesto la gran importancia que para los países y sus ejércitos tenía la aviación, lo que motivó que se entrara en competencia para desarrollarla y deslumbrar con proezas deportivas a los vecinos.

Se adelantaron los portugueses Gago Coutinho y Sacadura Cabral, volando en 1922 entre Lisboa y Río de Janeiro, pero al tener que cambiar dos veces de aparato dejaron pendiente la travesía del Atlántico Sur con un sólo avión.

Al constituirse en 1925 el Directorio Civil de la dictadura de Miguel Primo de Rivera (2º Marqués de Estella), pacificado el Protectorado de Marruecos con la rendición de Abd-el-Krin, y apaciguados los graves conflictos sociales de 1917 (el llamado trienio bolchevique), el Gobierno volcó hacia Latinoamérica la política exterior española, para así compensar la escasísima participación de nuestro país en el expansionismo colonial europeo, el fracaso en la pretensión de ocupar un puesto permanente en el Consejo de la Sociedad de las Naciones, y la pérdida de influencia en la América española.

En este contexto, Miguel Primo de Rivera pensó aprovechar el proyecto de vuelo España-Argentina que en la base militar de Mar Chica (Melilla) preparaban los oficiales Ramón Franco y Mariano Barberán.

Vuelo con el que se quería dar una imagen opuesta a la de país decadente y atrasado que se arrastraba. Además, ayudaría a que Latinoamérica pusiera en España su mirada, recuperando influencia en ese continente, y se reafirmaría la legitimidad del régimen mediante la consolidación de la unidad nacional y la exaltación de los valores hispánicos.

En ello incidía el lema Plus Ultra (más allá), símbolo del resurgir del país y del carácter de la raza hispana. Por eso, acabado el raid, el dictador creó la Agencia Plus Ultra, con sede en París, para que canalizara la propaganda hacia Latinoamérica.

Campaña que coincidió con un movimiento similar en Argentina, donde la gran afluencia de inmigrantes europeos no hispanos había producido un desequilibrio ideológico que amenazaba la identidad nacional forjada por la oligarquía dirigente.

Por otra parte, el hecho de que sus protagonistas fueran militares permitiría al dictador controlar todos los aspectos del viaje y aprovecharlo en su beneficio personal.

Además, actuando como embajadores, los pilotos llevarían mensajes del Rey a los presidentes de Uruguay y Argentina. También de Brasil, para darle, junto con la escala en las islas portuguesas de Cabo Verde, un carácter ibérico.

Autorizado el raid, y encargado el hidroavión a una fábrica italiana, Franco se dedicó a profundizar en los detalles, buscar el periodo del año más favorable, y proveerse del material auxiliar adecuado, como el radiogoniómetro, aparato que hasta la fecha no se había usado en ningún viaje aéreo importante.

Al abandonar Barberán el proyecto y quedar Franco «compuesto y sin novia», buscó un compañero que fuera piloto, «radiotelegrafista práctico y teórico; que supiera arreglar en vuelo cualquier avería (…), conocer todas las cuestiones de la navegación astronómica, practicarla en vuelo con sus instrumentos (sextante, cronómetro, taxímetro, compás magnético, radiogoniómetro y derivómetro), y tener el espíritu de sacrificio necesario para venirse a Melilla» a practicar y estudiar sin descuidar sus obligaciones militares.

Eligió a Julio Ruiz de Alda, que, aunque no era radiotelegrafista, fue el primero en mostrar su deseo de acompañarlo, y el que más insistencia había puesto.

Otra dificultad consistía en encontrar un mecánico que conociera los motores y no se mareara, lo que no era sencillo. «Un día se me acercó Rada, que era a la sazón el mecánico de mi hidro de batalla, y me preguntó qué mecánico llevaría; le pregunté si él quería venir, y si se creía capaz de llevar bien dos motores Napier (…). Me respondió que quería venir, y que el motor Napier no tenía dificultades para él».

Por las mismas fechas se conocía que la Italia de Mussolini estaba preparando un viaje a la Argentina, donde residía una potente colonia italiana. «Ya en agosto, estando yo en plenas operaciones, me escribieron de la Dirección de nuestra Aeronáutica, diciéndome que un italiano, el marqués de Casagrande, había solicitado autorización para pasar por España en vuelo a la Argentina.

Esta noticia me cayó como un rayo, por inesperada, y porque si él llegaba a la Argentina, los españoles no debían exponerse a que una avería colocara a los españoles por debajo de los italianos.

El Ministro de Marina muestra su interés en que les acompañe algún oficial de la Aeronáutica Naval, por lo que se decide que el Teniente de navío Juan Manuel Durán vaya con ellos en las etapas en las que el hidroavión irá más ligero de peso, haciendo el resto de la travesía en el buque de apoyo.

El 22 de enero de 1926, después de repetir el ritual colombino, el hidroavión Plus Ultra, como una Santa María del aire, parte de Palos de la Frontera (puerto del que cuatrocientos treinta y cuatro años antes salió Cristóbal Colón para descubrir América) y emprende el vuelo acompañado de los buques de guerra Blas de Lezo y Alsedo. Despegue que Radio Madrid transmitió en directo.

Tras diferentes peripecias acaecidas a lo largo de los días que duró la travesía, el día 10 «A las doce divisamos la atmósfera negra que se extiende como un manto sobre Buenos Aires y se eleva hasta cerca de 500 metros». Catorce minutos después se hallan sobre la ciudad, y dan varias vueltas escuchando «la inmensa algarabía y el intenso clamoreo que escapa de pechos y bocinas.

Descendemos sobre las aguas del antepuerto, y el avión se posa en su superficie, deteniéndose un momento para marcarlo en la historia. Navegando para no ser alcanzado por las canoas, entra (…) por la boca del puerto y se dirige a la boya (…). Mientras tanto, la muchedumbre, entusiasmada, confunde sus gritos y aplausos con los sonidos de las sirenas y el estallar de las bombas».

Recibidos por el Presidente Marcelo Torcuato de Alvear, que había interrumpido sus vacaciones en Mar del Plata, al abrazar a Franco lanza la frase ¡Así, querida España!, mientras la famosa actriz Lola Membrives rompe a llorar. La salida al balcón es «saludada con una ovación imponente de la multitud que se apretaba abajo (…), compuesta de cientos de millares de persona, en la que desembocaban por todas las avenidas ríos humanos. (…). Los sombreros, agitados en el aire, daban la impresión de un frenesí delirante. (…). Para nosotros ha sido este saludo del pueblo argentino el momento más emocionante de nuestro raid».

De vuelta a España el 5 de abril, en el crucero español Buenos Aires son recibidos por cinco hidroaviones y una flotilla de submarinos, y, ya en tierra, Alfonso XIII preside una gran fiesta de signo militar, concebida como homenaje a los héroes del aire y a la nación argentina.

Nota: (Datos tomados de La Merindad Estellesa, año 1926) Al conocerse en Estella la llegada del Plus Ultra a Buenos Aires, «toda la ciudad se echó a la calle ostentando en las solapas banderitas españolas y argentinas» que se repetían en casi todos los balcones.

Hubo dianas, gigantes, misa, Te Deum, concierto y bailables. Las calles se llenaron de forasteros, llenándose «la plaza de los Fueros como en las fiestas de Agosto«, mientras que las murgas y rondallas no cesaron en toda la noche. En la calle donde vivía la familia se levantó un arco de follaje, y las autoridades acudieron a felicitarla.

En el Casino Español se celebró un banquete de 150 comensales, presidido por el abuelo y dos sobrinos de Julio, y en el hotel Vicuña, con 130 comensales, se celebró una comida popular que presidieron un hermano y un tío del aviador.

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