Las declaraciones de la Delegada del Gobierno en Cataluña, señora Cunillera, avisando a la formación de Vox de que “no hace falta que se presente en Cataluña”, dado que sus argumentos ya están “representados” por PP y Cs, a los que afea haber utilizado el conflicto catalán como “arma arrojadiza” en las elecciones andaluzas, como mínimo deberían provocar sonrojo al más pintado.
No debe recordar toda una Delegada del Gobierno qué significa serlo, es decir, representar a todos los ciudadanos de este país en la región catalana. Y cuando se dice todos, también a los votantes y simpatizantes de dos partidos, por cierto, constitucionalistas, Partido Popular y Ciudadanos.
La señora Cunillera ataca sin piedad a estos partidos, solamente por un motivo, porque pueden desalojar, por primera vez en décadas, de Andalucía, al partido de la señora Cunillera, el partido socialista.
Mucho miedo tiene el partido socialista a su desalojo del gobierno andaluz. ¿Teme que se airee la corrupción y se ponga fin a 37 años de atraso económico, clientelismo, enchufismo y despilfarro público, la injusticia de los nuevos «señoritos» que no quieren dejar de mandar?.
Más bien, la señora Cunillera, partidaria de indultar a los golpistas catalanes en caso de una condena por el proceso separatista, debería preocuparse del cariz que están tomando los acontecimientos en Cataluña y tratar de evitarlos. La situación está apunto de descontrolarse y que ¿ocurrirá cuando no haya remedio?
Las lamentaciones serán pocas.
Tanto llenarse la boca de caciquismo Franquista y ellos crearon otro peor durante casi cuatro décadas condenando a Andalucía al tercermundismo