Añade que la política española está generando «líderes sin más principios ni ideología que la notoriedad», además de «charlatanes que dicen una cosa y la contraria», «revisionistas del pasado, incapaces aún de condenar el régimen franquista», «sentenciadores de un españolismo de ‘verdades absolutas'» y «provocadores compulsivos a los que solo interesa el impacto mediático o en redes».
Para Mediavilla, «Casados, Riveras, Girautas, Cantós, Rufianes, Borrelles, Iglesias son ejemplos de un producto de autoliquidación de la política».
Añade que «si el espectáculo bochornoso no fuera suficiente, hay comportamientos de hampa que nada tienen que ver con un régimen plural y de derecho».
Se refiere a «acciones irregulares, de cártel de poder que utilizó fondos reservados y funcionarios públicos para interferir en investigaciones judiciales relativas a un supuesto delito de financiación ilegal».
Mediavilla destaca el nombre de Ignacio Cosidó, portavoz del PP en el Senado y ex director general de la Policía, bajo cuyo mando, según el dirigente del PNV, «se estableció todo un sistema policial de intencionalidad política con decenas de agentes a su servicio y en el que formaron parte nombres que hoy se asocian con irregularidades de todo tipo».
«Hablamos -agrega- de las cloacas del Estado, una estructura urdida para, desde la impunidad más absoluta, espiar, perseguir o acusar de delitos de corrupción a representantes políticos de la entonces oposición».
Para Mediavilla, «la secuencia de actos que van del parlamentarismo tabernario a la politización de la justicia y la ilegítima utilización de la policía en beneficio particular, nos presenta ante una aguda crisis institucional, judicial y de credibilidad en el Estado español».
«Y todo ello -añade- coincidiendo con la existencia del gobierno más frágil de cuantos se haya conocido desde la muerte del dictador».
Por ello, entiende que, aunque la celebración anticipada de elecciones «no traerá una solución mágica a la actual coyuntura», cree que «lo mejor» que puede pasar es que se acabe la legislatura y que la ciudadanía elija a nuevos representantes «mientras la política sea un juego de canallas, macarras, hampones, rufianes y quinquis».
«Eso -termina- y que Euskadi no se contagie del virus de descomposición política que nos acecha». EFE
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