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Un congreso decisivo

Un congreso decisivo

Este fin de semana se celebra un congreso decisivo. Y no, no me refiero al del PP. El PdeCAT, heredero de ese partido disuelto por corrupción que se llamaba Convergencia Democrática de Cataluña, celebra una asamblea en la que los partidarios de Puigdemont pondrán los restos de la formación al servicio del nuevo proyecto político del fugado: la Crida Nacional por la República.

La no concesión de la extradición a España de Puigdemont por el delito de rebelión, y la consiguiente retirada de la euroorden por parte del juez Llarena, han devuelto al ex-presidente catalán la libertad de movimiento, lo que aprovechará para impulsar su plataforma electoral de carácter personal.

La antigua convergencia está muerta. ERC, con su líder principal en prisión, es incapaz de hacer frente a las maniobras de Puigdemont, que ha demostrado ser un consumado maestro en el arte de la propaganda. Ahora, cualquier cita electoral volverá a enfrentarse con el fantasma de la anterior, en la que Puigdemont consiguió demostrar que el pícaro vence siempre en Cataluña a los mártires.

Y en esta ocasión, Puigdemont contará con un potente aliado: el voto útil para vencer a Ciudadanos. Enfrentados a la posibilidad de que Arrimadas vuelva a ganar las elecciones, muchos votantes de ERC optarán por un Puigdemont que no oculta su deseo de absorber al partido de Junqueras. La posibilidad de unas elecciones anticipadas a la vuelta del verano está ya sobre la mesa.

Y las consecuencias de la nueva ofensiva de Puigdemont son de largo alcance: por lo pronto, se aleja la posibilidad de una normalización de la situación en Cataluña. Frente al repliegue táctico propugnado por ERC, partidaria de recomponer las filas antes de pasar de nuevo a la ofensiva en un plazo de tiempo prudencial, la formación de Puigdemont apuesta por el enfrentamiento con el Estado y la «puesta en valor» de la República de manera inmediata. Lo cual desbarata las pretensiones que Pedro Sánchez pudiera tener de agotar la legislatura sin demasiado coste electoral.

Asimismo, la posibilidad de elecciones catalanas a la vuelta del verano impide a Sánchez mantener durante demasiado tiempo su mano tendida a los separatistas. ¿Cómo afrontaría el PSC una nueva cita electoral si la imagen que proyecta es la de un aliado del golpismo? Así pues, prepárense para la escenificación de un enfrentamiento entre PSOE y la Crida Nacional de Puigdemont en septiembre, porque ese enfrentamiento será imprescindible de cara a las urnas.

Lo cual nos lleva al mayor de los interrogantes: ¿convocará Pedro Sánchez elecciones coincidiendo con las anticipadas en Cataluña? Sería, quizá, la opción más inteligente. El escaso tiempo que Sánchez lleva en la Moncloa ha bastado para dejar claro que con 84 diputados no puedes gobernar, más allá de repartir dinero y cargos. Unas elecciones generales coincidentes con las catalanas, en un clima de enfrentamiento escenificado, permitirían a Sánchez aumentar su cosecha de diputados, a costa de un Ciudadanos que está ahora mismo en fuera de juego y de un Podemos al que Sánchez intenta arañar votos a base de globos sonda y gestos vacíos.

Si Sánchez optara por atrincherarse en Moncloa y no convocar generales coincidiendo con las catalanas, un mal resultado del PSC (y todo lo que no fuera una subida apreciable sería un mal resultado) haría aun más precaria su situación. Y conviene recordar, a este respecto, que igual que el voto útil separatista opera en favor de Puigdemont, para frenar a Ciudadanos, el voto útil constitucionalista operaría en favor de Ciudadanos para frenar a Puigdemont, con lo que el PSC no tiene fácil ni siquiera repetir sus resultados de las últimas autonómicas.

Para terminar de liar la jugada, el verso suelto susanista también baraja adelantar las elecciones autonómicas. Unas andaluzas coincidiendo con las catalanas podrían convertirse en un quebradero de cabeza para Sánchez, por cuanto un buen resultado en Andalucía se apuntaría al haber de Susana Díaz, mientras que un mal resultado en Cataluña se registraría en el debe de Sánchez. Motivo adicional para adelantar las generales y hacerlas coincidir con ambas autonómicas.

Y todo esto, gracias a que un tribunal regional alemán se ha negado a entregarnos a Puigdemont, dejándole manos libres para seguir brujuleando. En el fondo, haciéndonos un feo, quizá nos hayan hecho un favor.

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