El británico Chris Froome se coronó en Roma como un nuevo emperador del ciclismo igualando las tres grandes consecutivas de leyendas como Eddy Merckx o Bernard Hinault e ingresando, además, en el club de los siete corredores que tienen en sus vitrinas los títulos del Tour, Vuelta y Giro si bien en su caso figura un asterisco por su positivo por salbutamol en la ronda española de 2017, aún pendiente de resolución.
Tanto honor de Froome podría saltar por los aires si el Tribunal Antidopaje de la UCI coloca el pulgar hacia abajo y decreta sanción por aquel positivo del 7 de septiembre en la Vuelta. Mientras el líder del Sky saborea su éxito «con la conciencia tranquila y nada que temer», el debate se extiende tras sus exhibiciones en el Giro ante el lento proceder de la justicia deportiva en este caso.