Luisa Alberca, una de las escasas autoras de las radionovelas que causaron furor en la España de los años 50. EFE
La manchega Luisa Alberca fue una de las escasas autoras de las radionovelas que causaron furor en la España de los años 50, una escritora famosa que trabajó junto a Guillermo Sautier Casaseca, otro grande del género, pero cuya trayectoria, «tal vez por ser mujer», se ha olvidado. Ahora, un libro la rescata.
El periodista y escritor Enrique Sánchez Lubián también nació en Alcázar de San Juan (Ciudad Real), como Luisa, pero no tuvo noticias de su paisana hasta hace cuatro o cinco años, cuando se topó con su nombre en una antología de escritoras de cine, según ha explicado a Efe en una entrevista.
«En su momento fue muy conocida pero después, poco a poco, la fama de los seriales se le fue adjudicando a Sautier Casaseca y ella fue quedando en el olvido. No sé si por ser mujer, pero fue quedando relegada hasta que no se supo nada o casi nada de ella», ha asegurado Sánchez Lubián.
Por medio de Luisa llegó a la radio otro de los grandes de este medio, su sobrino José Luis Pécker -hijo de una hermana-. Y una de sus novelas más conocidas, «La segunda mujer», sirvió para que debutara en el Teatro Carlos Larrañaga, ya que su madre, María Fernanda Ladrón de Guevara, era la protagonista.
Luisa Alberca (Alcázar de San Juan, Ciudad Real, 1920 – Nájera, La Rioja, 2006) era la menor de cinco hermanos, y la familia se trasladó a Madrid cuando el padre enviudó.
Al terminar la Guerra Civil, preparó oposiciones para el Ministerio del Aire, comenzó a escribir relatos como modo de hacer prácticas de mecanografía y en 1950 entró en la SER, donde trabajó junto a Sautier Casaseca en centenares de radionovelas, entre otras «Lo que nunca muere» y «Un arrabal junto al cielo».
Sánchez Lubián explica que se deben contextualizar aquellas novelas de «corte melodramático, amores no correspondidos y engaños de matrimonios» en la época en que surgieron, cuando empezaban a superarse las penurias más urgentes de la posguerra y las empresas querían iniciar un nuevo consumo, de pastillas Avecrem o limpiador Vim Clorex, aprovechando los seriales como medio publicitario.
Otra de las grandes autoras de las novelas rosas, Corín Tellado, diría muchas décadas después sobre este periodo: ‘El mundo estaba lleno de lágrimas y pedía no verlas’.
Aún en este marco «moralizante» y de «resignación» de la mujer al hombre, acorde con el nacionalcatolicismo y la dependencia económica y subordinación de las mujeres, Sánchez Lubián vislumbra «una cierta crítica social» en los textos de Alberca, de censura al comportamiento de sectores acomodados de la sociedad, los que no tenían problemas económicos.
Maridos que engañan a las mujeres y que ocultan su alcoholismo o relaciones entre jóvenes de la sociedad con chicas que «sirven» en casa son «un reflejo» de una parte de aquella España, «pero también una crítica a esos comportamientos sociales».
Millones de oyentes escuchaban cada tarde a través de la radio esos folletines de pasiones amorosas, desencuentros familiares y desventuras personales, cuyos autores -entre ellos una mujer, Luisa Alberca- fueron definidos por Francisco Umbral como «el 98 de los seriales».
Enrique Sánchez Lubián opina que la historia de la radio ha sido «algo esquiva» con Luisa Alberca (que trabajó en la SER y Radio Madrid), ya que su nombre y obras han quedado relegadas al olvido.
Y lo ha sido, en particular, porque «había mujeres locutoras y en los cuadros de actores, pero apenas como guionistas. Puede haber alguna, pero entre los más famosos era la única mujer», afirma.
Cuando acabó la época dorada de los seriales, esta manchega desapareció del panorama literario y se retiró a La Rioja, de donde era su marido, y falleció en 2006. Tuvo dos hijas, con una de las cuales (Elvira) ha contactado Sánchez Lubián.
El libro «Luisa Alberca, reina de los seriales en la radio de los 50» lo ha editado la Diputación Provincial de Ciudad Real dentro de su Biblioteca de Autores Manchegos y se presentará en Alcázar de San Juan el 16 de noviembre y en Toledo el 4 de diciembre. EFE
