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Termina el secuestro de Ortega Lara

  • Por José V. Ciordia, historiador

Tal día como hoy un uno de julio de de 1997, la Guardia Civil consigue llegar al zulo y libera al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara. Tras 532 días secuestrado por la banda terrorista ETA era encontrado tras una minuciosa investigación  en un zulo o cárcel del pueblo de la localidad guipuzcoana de Mondragón, siendo también detenidos sus cuatro secuestradores.

Cuatro pasos hacia adelante, dos hacia la derecha, dos hacia la izquierda y cuatro hacia atrás. Este era el ritual que tuvo que establecer el secuestrado para mantener un mínimo de cordura en el cerca de año y medio que estuvo secuestrado.

El 17 de enero de 1996, cuando regresaba de trabajar en la cárcel de Logroño, José Antonio Ortega Lara era secuestrado y conducido a una nave de un polígono industrial en Mondragón. Alquilado por ETA bajo la fachada de una empresa de fabricación de piezas de repuesto, la banda utilizaba el recinto para guardar armas y explosivos de los comandos que operaban en la zona. Allí fue recluido en 2,4 metros de ancho, 1,8 de alto y tres de largo, sin ventanas y con mucha humedad, debido a la cercanía del río Deba.

A los pocos días del rapto, la banda terrorista se hizo responsable del secuestro y exigió al Gobierno para su liberación el acercamiento de los presos de ETA a las cárceles vascas. La negativa del Ejecutivo de José María Aznar estuvo acompañada de un gran dispositivo policial para tratar de liberar a Ortega Lara. Los meses pasaban y no había ninguna pista del funcionario de prisiones.

Cuando el desánimo entre los cuerpos policiales para encontrar a Ortega Lara era patente, una nota en una agenda intervenida a un cabecilla de ETA dio la pista determinante. La cita ‘Ortega 5K’ seguida de ‘BOL’ puso en alerta a los agentes, que la interpretaron como el pago de cinco millones de pesetas para el mantenimiento del secuestro. A partir de ahí comenzó un dispositivo para identificar a quien se encontraba detrás de esas siglas.

La investigación apuntó a Josu Uribetxeberria Bolinaga, un vecino de Mondragón ya conocido por la Guardia Civil. Los seguimientos demostraron que, junto a otras tres personas, acudía varias veces al día a una nave industrial de la localidad gipuzcoana. La vigilancia confirmó también que los sospechosos compraban comida y la llevaban al lugar.

La madrugada del 1 de julio, Bolinaga y los otros tres participantes en el secuestro, Xabier Ugarte, José Luis Erostegi y José Miguel Gaztelu, fueron detenidos por la Guardia Civil, que se desplazó después a la nave industrial. En su interior, sin embargo, sólo se encontró maquinaria. Uno de sus captores, que fue llevado a la planta, negaba que en ella se encontrara el funcionario de prisiones.

Tras horas de exhaustivo examen de la planta, los agentes forzaron una pieza móvil de una de las máquinas abriendo una rendija en el zulo en el que se encontraba Ortega Lara, ajeno a todo lo que sucedía arriba. Su liberación puso punto final a una operación muy arriesgada en la que la vida del funcionario de prisiones estuvo en juego. “Cualquier fallo lo habría condenado a muerte”, reconoció después el jefe del equipo de investigación.

Cuando fue liberado, Ortega Lara se encontraba en una situación crítica: había perdido 23 kilos y planeaba suicidarse. Horas después, y tras ser atendido en un hospital, Ortega Lara, esquelético, con una barba larga y la mirada todavía perdida, se reencontró con su mujer y su primer hijo en una imagen que dio la vuelta al país. Como respuesta a su liberación, ETA secuestró y asesinó días después a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua (Vizcaya).

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1 Comentario

  1. Javier

    Para que no se olvide jamás lo del zulo hay una solución fácil: hacer una réplica en la plaza del pueblo, para que nunca se olvide la vergüenza y el horror que muchos vascos, verdaderos asesinos primitivos, han causado, y siguen causando.

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