Siete de cada diez tumores son insensibles a la inmunoterapia, pero una nueva molécula puede ampliar ese espectro al mostrarse eficaz en combinación con un anticuerpo en enfermos de cáncer colorrectal metastásico que ya habían agotado todas las posibilidades de tratamiento.
En la cuarta jornada de la 53 reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica(ASCO), en la que participan en Chicago más de 30.000 expertos de todo el mundo, se presentaron dos estudios impulsados por investigadores españoles de esta terapia experimental en fase I, uno con los resultados de la molécula en solitario y otro en colaboración con la inmunoterapia Atezolizumab.
Se trata del primer anticuerpo biespecífico para el tratamiento de tumores CEA-positivos, entre los que se encuentra el colorrectal, y cuya “especial flexibilidad” le hace “único”, según explicó a los periodistas el director del Instituto de Oncología Vall D’Hebron (VHIO), Josep Tabernero.
Una flexibilidad que le permite enlazarse de manera simultánea tanto a los linfocitos T como a las células malignas en los tumores sólidos que sobreexpresan el Antígeno Carcinoembriónico (CEA), algo que ocurre sobre todo con los colorrectales, pero también los de páncreas, los gástricos o los de pulmón.
En la cuarta jornada de la 53 reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica(ASCO), en la que participan en Chicago más de 30.000 expertos de todo el mundo, se presentaron dos estudios impulsados por investigadores españoles de esta terapia experimental en fase I, uno con los resultados de la molécula en solitario y otro en colaboración con la inmunoterapia Atezolizumab.
Se trata del primer anticuerpo biespecífico para el tratamiento de tumores CEA-positivos, entre los que se encuentra el colorrectal, y cuya “especial flexibilidad” le hace “único”, según explicó a los periodistas el director del Instituto de Oncología Vall D’Hebron (VHIO), Josep Tabernero.
Una flexibilidad que le permite enlazarse de manera simultánea tanto a los linfocitos T como a las células malignas en los tumores sólidos que sobreexpresan el Antígeno Carcinoembriónico (CEA), algo que ocurre sobre todo con los colorrectales, pero también los de páncreas, los gástricos o los de pulmón.
“Este mecanismo le hace muy selectivo con células que expresan mucho CEA, que son las tumorales, mientras que a las otras no las toca“, subrayó el recientemente elegido presidente de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMA, por sus siglas en inglés).
O, lo que es lo mismo, una “maravilla de la biotecnología“, en palabras del investigador del Departamento de Oncología Médica de la Clínica Universidad de Navarra y del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA), Ignacio Melero, que destacó que se trata de uno de los “mejores formatos” para activar los linfocitos.
Y es que solo el 30 % de los tumores son capaces de responder a la inmunoterapia, mientras que el 70 % restante (un 95 % en el caso del cáncer colorrectal) o bien no tienen linfocitos dentro o las que tienen reprimen la respuesta inmunitaria, de ahí la importancia, según Tabernero, de poder infiltrar células inmunitarias para destruirlo.
Un perfil de seguridad razonablemente bueno
El estudio en monoterapia de la molécula demostró que el 45 % de los 31 enfermos de cáncer colorrectal metastásico tratados con CEA-TCB alcanzaron una respuesta parcial o estable de la enfermedad.
Los resultados fueron aún mejores en los que recibieron Atezolizumab, un inhibidor de la proteína PDL-1 que contribuye a ocultar las células cancerosas del sistema inmune: 11 de 25 pacientes fueron capaces de inducir la inflamación del tumor, y de ellos nueve (82 %) lograron una respuesta parcial o estable a al tratamiento.
Todo ello con un perfil de seguridad “razonablemente bueno”, ya que este tipo de terapias conlleva dos tipos de efectos adversos: la inflamación sistémica derivada de la activación de los linfocitos o la posibilidad de haber disparado una reacción contra el tejido normal, detalló el doctor Melero.
Efectos secundarios
Como cualquier tratamiento oncológico, esta terapia también ha despertado toxicidades en los pacientes, aunque se pueden atenuar “perfectamente”.
La primera, la aparición de “reacciones infusionales”, relacionadas con la liberación muy rápida de citocinas y que conlleva cuadros de epilepsia, disminución de tensión, fiebre o escalofríos.
Mientras que la otra es la propia inflamación del tumor, que aunque es el objetivo que se persigue para poder destruirlo, tiene efectos secundarios como dolor en la zona donde está localizado, insuficiencia respiratoria en casos de padecer además una enfermedad pulmonar o alteraciones bioquímicas en el hígado.
El siguiente paso para los investigadores es ampliar la combinación a más pacientes con cáncer colorrectal, llevarla a los otros tumores que sobreexpresan CEA (gástrico, de pulmón o de vesícula, entre otros) y disminuir los efectos secundarios. EFE