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El crecimiento matemático de los tumores

Un estudio de la Universidad Carlos III de Madrid ha realizado una descripción matemática sobre cómo los tumores inducen el crecimiento de vasos sanguíneos, que concluye que las puntas de los vasos se propagan como un tipo de onda solitaria, denominada “solitón” y “similar a un tsunami”.

Los investigadores del Instituto Gregorio Millán Barbany de la Carlos III Luis L. Bonilla, Manuel Carretero y Filippo Terragni han realizado este trabajo, que ha sido publicado recientemente por la revista ‘Scientific Reports‘ en colaboración con su colega Bjorn Birnir, de la Universidad de California Santa Bárbara.

Bonilla ha explicado que “si uno sabe cómo se mueven los vasos sanguíneos hacia el tumor y conoce que adoptan la forma de un solitón, controlando el movimiento de esta onda se puede conseguir retardar su crecimiento o hacer que los vasos sanguíneos no lleguen al tumor y no lo puedan alimentar”.

“En las primeras etapas, la densidad de las puntas de los capilares sanguíneos que se dirigen hacia el tumor adquiere la forma de un solitón, parecida a las ondas de un tsunami o como las que se forman en una acequia cuando has parado el agua con un ladrillo y lo quitas de repente”, ha indicado el investigador.

Por su parte, Birnir ha manifestado que “un solitón es una onda que se puede propagar por un largo tiempo, sin cambiar mucho”, de modo que las puntas de las venas “adoptan una forma que no cambia, que persiste desde que se ha formado el solitón hasta que llega hasta el tumor”.

La UC3M ha indicado que este descubrimiento es “de una enorme importancia en la medicina actual y futura”, puesto que permite entender y controlar el proceso de la angiogénesis, por el que los vasos sanguíneos se generan y crecen cuando a algunas células no les llega oxígeno y nutrientes.

“Gracias a la angiogénesis se reparan las heridas en tejidos y crecen y se regeneran los órganos del cuerpo” y los tumores cancerosos se aprovechan de ella para alimentarse y crecer, un proceso que también afecta a otras enfermedades como las isquemias cardiacas, las retinopatías diabéticas, o el reuma.

Bonilla ha asegurado así que “identificar el solitón como el motor de la angiogénesis sugiere la posibilidad de controlar este proceso complejo a través del análisis de las coordenadas colectivas del solitón, que son muchísimo más simples”, lo que puede aplicarse a modelos teóricos sobre los tumores. EFE

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