La -parece- rotunda negativa del líder del PSOE, Pedro Sánchez, a negociar nada con el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, al anunciar que no va a votar a favor, ni se va a abstener, en la próxima sesión de investidura a celebrar para elegir al Presidente del gobierno, señala a las claras, la intención del señor Sánchez de llegar a ser Presidente. La misma que la de Rajoy que quiere serlo por ser la lista más votada y, ante la necesidad de pactos, conseguirlo sin tener que convocar de nuevo elecciones, algo que a ninguno de los dos interesa.
Para Sánchez es su última oportunidad. Después de 4 derrotas consecutivas del PSOE en las urnas y él dejar a su partido con el peor resultado en unas elecciones, la lógica política le hubiera hecho desaparecer hace tiempo. Solo las casualidades y carambolas, le hacen estar ahí, manteniéndose contra viento y marea.
Independientemente del señor Sánchez, debería recordarse que esta actitud no es nueva en el PSOE. Durante años, aquí en Navarra, se sabe bien. Este partido ha mantenido una situación ambigua, entre el poder y el resto de partidos, intentando ganar en rio revuelto, lo que las urnas le negaban.
Ahora todo parece pudiera ser el mismo escenario.
El señor Sánchez, y sobre todo, el partido socialista, deberían recordar que cada vez que. a lo largo de la Historia, radicaliza su postura, este país solo se ha ve sumido en la desgracia. La Semana Trágica de Barcelona en 1909, la Revolución de 1934 en Asturias, la Guerra Civil española o el desastre económico de Zapatero, en estos últimos años, son buena prueba de ello.
Efectivamente, el señor Sánchez no quiera otras elecciones. Podemos está cerca.