La cumbre del G-20 que se va a celebrar en Turquía, debería tomar las oportunas medidas para frenar el terrorismo yihadista Hoy, después de los asesinatos de París, más que nunca, se impone el actuar contra los terroristas de ISIS y el mal llamado Estado Islámico. El fin de la guerra en Siria debería ser otra de las prioridades. No debería terminar esta reunión de las llamadas principales economías del mundo, solo con discursos y palabras grandilocuentes. El presidente de Turquía, señor Erdogan, declaraba que sobran ya las palabras y se impone ya la acción.
Los ciudadanos europeos, más que nunca necesitan sentirse seguros, necesitan ver que sus dirigentes toman las decisiones correctas.
«Un acto de guerra», como así ha sido calificado por el presidente de la República francesa, debería tener sus consecuencias. Europa sufre en estos momentos una de sus peores crisis de valores y de su propia supervivencia como civilización. Todos una, empezando por el G-20, debe ser el lema que todos quieren oír y que debe ser el «santo y seña», a partir de ahora en Europa.
Los «buenismos» han terminado.