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La casa de César Augusto abierta al público

La casa de César Augusto abierta al público
Foto: Museo César Augusto de Mérida
Foto: Museo César Augusto de Mérida

César Augusto fue primer emperador de la Roma antigua declarado “Pontífice Máximo”, inauguró una edad de oro de estabilidad política y grandeza y a dos milenios de su muerte su huella es aún visible no sólo a través de su legado político, sino también de sus palacios apenas restaurados

Augusto Gaio Julio César Octaviano, hijo adoptivo de César y su heredero directo, murió el 19 de agosto del año 14 de nuestra era, con lo que llegó a su fin un reinado de 44 años, el más largo en la historia de la Roma imperial.

Foto: Museo César Augusto de Mérida
Foto: Museo César Augusto de Mérida

Para conmemorar los dos mil años de su deceso, la superintendencia de Bienes Arqueológicos de Roma ha abierto por primera vez al público la “Casa de Augusto” en la colina del Palatino, en la que fue fundada la Ciudad Eterna.

“Augusto estableció en el Palatino su morada, al lado de su consorte Livia, y edificó un sistema de construcciones, incluidas algunas de tipo religioso, destinado a la culta y refinada difusión ideológica del propio poder y de la propia imagen”, dijo el arqueólogo Leonardo Guarnieri.

En un recorrido con medios extranjeros, confirmó que la restauración de todas las habitaciones del palacio del “Divus Augustus” fue terminada apenas este año y que por primera vez, previa reservación, pueden ser visitadas por el público.

Augusto construyó su casa a un costado de donde fueron encontrados los restos del primer asentamiento humano que hace más de 3,000 años constituyó la base sobre la que se edificó Roma.

La “Domus Augustea” (Casa de Augusto) se conectaba directamente con el “Lupercale”, la cueva donde según la leyenda Rómulo (fundador de Roma) y su hermano gemelo Remo fueron amantados por una loba.

De acuerdo con Guarnieri, aunque formalmente el emperador no pareció alejarse de la línea de las “mores maiorum” (costumbres de los antepasados), la antigua estructura habitacional de época republicana fue transformada en el palacio imperial.

Y es que Augusto concentró en su persona todos los poderes y puestos vitalicios, entre ellos el de “Pontífice Máximo” de Roma, con el que el pueblo se identificó sobre todo tras la batalla de Actium, en el año 31 antes de Cristo, en la que derrotó a Marco Antonio y Cleopatra.

Esa victoria marcó el inicio del fin de la república romana, pues abrió la vía que llevó a que en el año 27 antes de Cristo el líder militar, hasta entonces conocido como Octaviano, recibiera el título de Augusto, mientras Egipto se convirtió en una provincia romana.

El vencedor de Actium pasó a ser el “pater patriae” (padre de la patria), idealizado y exhaltado en todas las artes figurativas; comparado con Júpiter, Marte y Apolo, divinizado entre los pueblos de Oriente, mientras en Italia se veneraban las “Lares Augusti”, figuras de la mitología con funciones de espíritus protectores.

Augusto reconstruyó la nueva clase política y aristocrática, reordenó el sistema administrativo provincial, reorganizó las fuerzas armadas, hizo de Roma una ciudad monumental, favoreció el renacimiento económico y comercial gracias a la pacificación del Mediterráneo con la construcción de puertos y carreteras y con conquistas territoriales sin precedentes.

Foto: Museo César Augusto de Mérida
Foto: Museo César Augusto de Mérida

También promovió una política social favorable a las clases más pobres, creó leyes de protección a la familia y dio un nuevo impulso a la cultura, gracias a la ayuda de su consejero Mecenas.

El emperador tenía una biblioteca donde trabajaba y recibía al Senado y al lado de su casa construyó un templo dedicado a Apolo, cuyos vestigios son aún visibles.

Los restos del piso de mármol del palacio son también visibles, aunque los ambientes más interesantes están en dos habitaciones del ala occidental, que conservan la decoración de frescos realizados en torno al año 30 de nuestra era.

Se trata de la “Estancia de las Máscaras”, con frescos que representan una escena teatral y la “Estancia con Guirnaldas de Pino”, decorada con frescos de color más claro.

Asimismo, como parte de la conmemoración de los 2,000 años de la muerte de Augusto, ha sido restaurada la Casa de Livia, la tercera esposa del emperador y quien gozó de notable influencia.

Según Guarnieri, fueron controladas pequeñas fugas de agua, restaurados los techos y resueltos los problemas de humedad que amenazaban a los frescos de las paredes, que representan escenas mitológicas y paisajistas.

También ha sido reordenado el Museo del Palatino, donde están algunas de las más extraordinarias piezas arqueológicas de época augustea, a las que se han añadido las encontradas en las últimas excavaciones y las que estaban resguardadas en depósitos.

Mariarosaria Barbera, responsable de la Superintendencia para Bienes Arqueológicos de Roma, informó que la reestructuración de la casa de Augusto y de Livia y del museo del Palatino ha costado dos millones de euros (unos 2.5 millones de dólares) en casi dos años de trabajos.

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