Algunos nos quieren hacer ver o sentir, que en este país falta espíritu patrio y espíritu nacional; que no debemos extrañarnos cuando se pita al himno nacional; que no debemos ofendernos cuando se queman o se pisotean los símbolos de este país, sea su bandera. Tampoco debemos expresar nuestro desagrado cuando se prohíben las corridas de toros, por ejemplo, o cuando se matan a los no nacidos. Para no oír la cantinela de siempre, facha o fascista o, incluso, franquista, lo mejor, estar callados y aguantarse. Se ha sabido manipular la conciencia colectiva de los ciudadanos y crear ese estigma.
Los extranjeros que viven en nuestro país se sorprenden ante tamaño hecho. No comprenden cómo el símbolo de nuestro país, bandera o himno, es ninguneado. Se asombran de que, desde instancias gubernamentales, se mire para otro lado y no se sancione lo que en otros países, por ejemplo, EEUU, es delito.
El miedo a poner la bandera en un balcón, sobre todo, en algunos lugares, o incluso a decir, soy español, es una realidad.
Mientras que la educación que reciben nuestros hijos, no aborde este problema; mientras que este país se de más importancia a lo local o autonómico y se obvie lo que nos une a todos, el pertenecer a este país, las cosas seguirán así. En poco tiempo, fenómenos, como los de la Copa del Rey desaparecerán, y serán sustituidos por eventos tan estrambóticos, quien sabe, como por ejemplo la Copa de las flores….
El rey Felipe VI deberá pensar en acudir a fiestas o saraos nada más, y «estar quietecito», porque un día, al igual que le sucedió a Mihail Gorbachov cuando se encontró que era Jefe del Estado de la URSS cuando ya había desaparecido, llegará a su trabajo, y será rey de algo desaparecido, en este caso España.