Número 44
La España de los primeros Austrias, Carlos I y Felipe II tuvo siempre a un enemigo poderoso. No era otro que nuestra vecina Francia, deseosa ella de obtener la preponderancia europea frente al Imperio Español, sí, aquel donde nunca se ponía el Sol.
El caso es que desde los tiempos de Fernando el católico rey de Aragón, Francia “estaba a la greña” con los reinos entonces de España. Una guerra larga, muy larga, asolaba los campos de media Europa. Los Habsburgo, Inglaterra y Francia se disputan su control. 65 años, entre 1494 y 1559.
Pero un acontecimiento cambia la guerra por la Paz. El 17 de noviembre de 1558 moría la segunda esposa de Felipe II de España, la inglesa María Tudor. Inglaterra se retira del conflicto, ya no tiene que luchar por una reina, esta ha muerto. Felipe II pronto encuentra recambio. Isabel de Valois, francesa, hija del rey francés Enrique II.
Un 12 de febrero de 1560, la reina francesa se encuentra ya con su rey Felipe. No a lugar a la guerra, sino a la paz. Esta se había firmado ya en el francés castillo de Cateau -Cambresis un 2 y un 3 de abril de 1559.
Está considerado como el tratado europeo más importante del siglo XVI y sus disposiciones estuvieron vigentes durante más de un siglo, iniciando una nueva situación geopolítica internacional, marcada por el dominio de Francia en Italia y comenzando el predominio español.
Esta paz se volvió esencial ya que todas las partes estaban agotadas financieramente. Francia, ya afectada económicamente por las derrotas de San Quintín (1557) y Gravelinas (1558), estaba siendo afectada por convulsiones religiosas. Enrique II esperaba aprovechar la paz para poner fin a la reforma protestante en su país. Y España, que veía como el protestantismo también estaba creciendo en sus territorios, tal es el caso de Flandes.
España buscaba hacer de Francia un aliado en la lucha contra la Reforma.
Andrés Valencia, profesor e historiador