El terremoto político provocado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Ayuso, ha afectado al gobierno de Sánchez. Y de qué manera, el segundo de los cuatro vicepresidentes que tiene el gobierno de Sánchez, Pablo Iglesias, líder de Podemos, ha anunciado su marcha para competir en Madrid.
Objetivos claros y meridianos: intentar evitar una previsible mayoría absoluta del PP y Vox; aglutinar el voto de la izquierda ante un débil candidato socialista como es Gabilondo y evitar que, en un futuro, no muy lejano, el propio Iglesias fuera cesado por Sánchez, quedándose con ello sin cargo político alguno de renombre y bien remunerado.
Un grave peligro, no obstante, aguarda. Durante una previsible precampaña y campaña electoral muy dura, pudiera polarizarse tanto el voto que pueden surgir chispas, roces, que provoquen enfrentamientos entre unos y otros y generar, todo ello, en un clima de violencia inusitada.
Tiempo al tiempo. Aunque como diría mi vecino, “Ya no está Iglesias en el Gobierno”. Pero Podemos sigue en el Gobierno.