Emilio Garrido Landívar.
Todos sabemos que la salud no es en ningún momento ausencia de enfermedad, es algo más complejo: Salud es calidad de vida, prevención y educación para la salud. El concepto de salud ha cambiado radicalmente hacia modelos de medicina conductual. Porque el paciente ha dejado de ser “paciente-pasivo” y ha de ser activo en su prevención y educación sanitaria, si quiere realmente desarrollar salud. Porque somos parte integrante e importante de nuestro proceso de salud física, psíquica y social. En la física, vamos al físico que nos oriente y nos cure, pero tienes que hacer caso, prevenir y tomar la pócima y algo más tendrás que hacer…-porque eres activo e integrante en esa salud-; ¡No eres un autómata pasivo, que “traga” y se terminó!
Porque la salud que previene la enfermedad y logra un mayor nivel de calidad de vida, de la cual el artífice de mucha parte de ese proceso eres tú; tu médico te ayuda, te da el brebaje, te orienta; pero tú tienes las riendas de tu salud, de tu calidad de vida: No caminas, duermes mal, te acuestas tarde, te quedas con la play hasta las tres de la madrugada… ¿¡Qué calidad de vida pretendes!?
Cuanto más bajo nivel cultural tiene un país, una sociedad, menos acepta la medicina conductual.
No deja de ser una pena que cierta sociedad, no quiere que haya hombres y mujeres libres, sanos, que pienses por sí mismos y que sean agentes de su propia salud… Quieren que la ignorancia y el misterio les siga dando el poder –a través de la salud-enfermedad- como una nueva arma de dominio y mando de determinadas clases, que tienen miedo a la verdad. Más claro no lo hemos podido percibir en esta pandemia larga, pesada y mortuoria.
¿Qué podemos hacer nosotros, personas juiciosas y con sentido común que no queremos enfermar?
Lo primero de todo: ¡No tener miedo!, sí un nivel equilibrado de prudencia, siempre con sentido común, sin exageraciones, ni neurosis en las normas por sí mismas; evitando el terror.
El segundo es tomar decisiones, tomar decisiones nos estresa, pero también nos hace felices: Aquel que tende a ser persona indecisa, titubeante permanece en constante duda, creándole ansiedad y angustia. Para decidir es preciso saber renunciar, saber perder ventajas y valores para ganar otros. Las personas indecisas, timoratas, asustadizas; son propensas a dolencias nerviosas, gástricas y problemas de la piel…
El tercero es que no se queje tanto. No coja la costumbre de estar todo el día lamentádose, no “lloriquee” tanto y busque soluciones, no espere como norma que sea el “papá Gobierno” que le solucione su problema, depende casi todo de tí mismo, si quieres crecer y ser libre, para poder decidir por tí mismo y lograr un buen nível de salud.
El cuarto podría ser intentar no ser una persona negativa, de esta forma no se consiguen soluciones, al contrario aumentan los problemas, y acaba siendo una víctima de sí mismo. Muchos prefieren la lamentación, la murmuración, el pesimismo. Ya sabe que somos mucho de lo que pensamos. El pensamiento negativo, genera energía negativa que más pronto, que tarde se transformará en enfermedad… ¡Estamos tan conectados entre cuerpo y mente, que lo hemos olvidado demasiadas veces!
Y, el quinto debería ser, sí, ahora sobre todo; no perder el buen humor, la risa, la alegría, el goce, disfrutar de la vida: los cuales aumentan la salud y nos dan larga vida. La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive. “El buen humor nos salva de muchas cosas, incluso de ir al médico, porque la alegría es salud esencial. Inténtelo.
Dr. Emilio Garrido Landívar, Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos (CEU)
