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La Seminci revisa y rebate los valores ancestrales bajo el prisma del mundo global

La Seminci revisa y rebate los valores ancestrales bajo el prisma del mundo global

Valores ancestrales de recorrido secular en culturas y ámbitos multiformes ha revisado y puesto en cuestión el festival de cine de Valladolid, a través de filmografías tan dispares como la china y la turca, que junto a la ópera prima del español Polo Menárguez han competido en una nueva jornada

La Seminci revisa y rebate los valores ancestrales bajo el prisma del mundo global

Carlos Polo (i) y Chema del Barco (d), director y actor de la película “El plan”, posan para los gráficos durante la presentación del largometraje en la sección oficial de la 64 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). EFE/Nacho Gallego

La geografía y naturaleza han condicionado las formas de vida y contribuido a fijar valores inapelables durante siglos pero discutibles a la luz del mundo contemporáneo, como plantea el realizador turco Emin Alper en «Kid kardesler», la historia de tres hermanas atrapadas en la atmósfera asfixiante de una aldea en medio de una orografía severa y opresora.

La sumisión a un patriarcado familiar, donde la mujer carece de opinión y no participa en su destino personal, gravita como una losa sobre las tres adolescentes, una de ellas interpretada por la actriz Eze Yüksel, quien en una rueda de prensa se ha referido al desafío personal que le supuso su primer papel como protagonista en una localización tan difícil.

Relegadas al papel de la maternidad y tareas domésticas, la única salida es la acogida en la ciudad dentro de casas familiares como sirvientas y cuidadoras, aunque en el caso de las tres hermanas retornan a su aldea natal después de fracasar en el medio urbano, un drama social del que se ha hecho eco en su segunda película Emin Alper (Ermenek, Turquía, 1973), licenciado en Economía y doctor en Historia Moderna en la Universidad Teórica de Estambul.

Desde otro contexto cultural, la realizadora china Lulu Wang ha enfocado la misma cuestión en «The farewell», muy bien acogida por el público y la crítica acreditada en esta 64ª Seminci que este próximo miércoles recibe a algunos de los pesos pesados de la sección oficial, el serbio Goran Paskaljevic y los hermanos belgas Jean Pierre y Luc Dardenne.

Junto a ellas ha cometido la segunda película española aspirante a la Espiga de Oro, «El plan», una tipología de masculinidades perversas con diferentes respuestas en forma de conductas, muy bien recibida por el público.

El cobarde frustrado, el abúlico que desahoga en los vicios su falta de madurez, y el acomplejado por su impotencia sexual son los tres caracteres desplegados en un filme que es la adaptación cinematográfica de la obra teatral del mismo nombre, de Ignasi Vidal.

Chema del Barco, Antonio de la Torre y Raúl Arévalo encarnan esos tres caracteres dotados de «una violencia e identidad de género muy marcada», ha explicado en una rueda Menárguez, licenciado en Comunicación Audiovisual y formado tanto en el Instituto RTVE como en la Escuela Internacional de San Antonio de los Baños, en Cuba.

Bajo la apariencia de comedia, con diálogos ágiles plagados de situaciones irónicas y momentos graciosos, el drama emerge sin que al espectador le dé tiempo a desdibujar la mueca de la última sonrisa, y la tragedia se insinúa hasta que al final uno de los personajes confiesa un hecho luctuoso del que se declara autor aunque no culpable.

«El drama estalla de manera contundente en cualquier momento, es como la vida misma», ha argumentado Menárguez, que en 2008 estrenó su carrera con el cortometraje «La culona» y un año más tarde, en 2009, grabó en Tulsa (Oklahoma, Estados Unidos) el documental experimental «Eric likes chicken».

El reto, según el director, era el de «encontrar ese tono entre la comedia y el drama, jugando con la contención en un ambiente doméstico donde en cualquier momento puede estallar el drama», con arrebatos de amor y de odio entre ellos, tres amigos, parados de larga duración, frustrados en sus respectivas vidas personales y vecinos de un barrio popular en el extrarradio de Madrid.

El crimen que confiesa uno de ellos, una tragedia presentida a lo largo del metraje, «es tan solo una mirada» y en ningún caso una interpretación o una justificación que el director del filme, Polo Menárguez, ha rechazado de plano durante la rueda de prensa.

La enajenación mental transitoria del presunto asesino, que él mismo argumenta a sus amigos cuando les confiesa los hechos con teorías conductistas, fruto de su reciente afición a la psicología, no es una justificación sino «una mirada cinematográfica», ha subrayado. EFE

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