Miguel Cornejo
Bildu es la fuerza que controla más ayuntamientos en Navarra. No es sólo porque en la mitad de ellos fueran la única lista presentada. Estas elecciones han traído cambios serios en el ecosistema político navarro, confirmando tendencias vistas en otros, como el catalán
En Cataluña no se puede hablar de estabilidad, ni siquiera si ignoramos la profusión de minipartidos a la búsqueda del catalanismo moderado. La irrupción de Ciudadanos ya no es novedad. Pero sí se ven algunas tendencias curiosas, y todas benefician a ERC.
Por un lado, la izquierda sigue sin diferenciar bien entre constitucionalistas y nacionalistas, y la equidistancia hace que los votos fluyan hacia otros partidos (la mala gestión municipal de Colau no le ayuda). Las décadas en que el PSC ha repetido el mensaje nacionalista con un par de años de retraso no sólo han dado carta de naturaleza al separatismo sino que han desembocado en lo lógico: la gente prefiere votar a quien sabe lo que quiere, y el trasvase de votos de izquierda a ERC no cesa. Incluso desde esa izquierda moderada.
Por otro, la izquierda nacionalista distingue muy bien a la derecha, y mantiene su sectarismo bajo el color amarillo común. Cada vez más, el neocarlismo de botijo y misa de JxCat está siendo arrinconado. ERC no hace frente común con ellos si puede evitarlo.
Y finalmente, el respaldo institucional a la CUP y sus cachorros, incluyendo tácticas de intimidación y kale borroka propias de Bildu y su entorno, está terminando de cambiar la convivencia en Cataluña y es un arma más de Junqueras y ERC.
En Navarra tenemos una polarización creciente que puede dejar sorpresas, y ya ha dejado bastantes. Aquí las cosas del kambio, al madurar, se han ido poniendo cada vez más verdes.
En la izquierda, las opciones equidistantes como Podemos casi han desaparecido en favor de opciones más definidas. El submarino morado ha cumplido su papel de blanquear a Bildu, y le ha costado el rechazo de la mayor parte de sus votantes, que han vuelto al PSN.
Lo mismo puede decirse de Geroa. El invento del PNV para disimular su boina en Navarra les ha salido mal porque, a diferencia del País Vasco, Geroa no se presenta como lo que es (derecha) sino como una “opción de progreso” capaz de pactar con Podemos e IE además de Bildu. Y habiendo blanqueado a los batasunos durante cuatro años (lo sigue haciendo, apoyando alcaldes de Bildu), ahora el votante nacionalista moderado abandona a Geroa por el producto original.
En cuanto a la calle, este año hemos visto algo de reacción pública a los abucheos y acoso al nuevo consistorio. Algo que ha sido habitual durante décadas y condiciona la vida de Pamplona en fiestas, por ejemplo. Y que no parece ir a cambiar por las buenas.
Tanto en Cataluña como en Navarra, la polarización está clara. Tanto aquí como allí, la consolidación del voto de izquierda y del voto nacionalista beneficia sobre todo a una fuerza. En el caso catalán el beneficiario es ERC, y en el caso navarro es Bildu.
La gran diferencia es el papel de la izquierda moderada y constitucionalista, que en Cataluña ya ha degenerado hasta la irrelevancia equidistante, y en Navarra parece, de momento, mantener el tipo y las ideas claras, como ha demostrado en la mayor parte de los ayuntamientos. Quizá porque aquí lo que tiene enfrente es, francamente, mucho peor que en Cataluña. Si a ERC le quitas las veleidades soberanistas, te queda una izquierda razonable, pero Bildu es menos razonable aún que la CUP y sus antisistema. Colaborar con ellos es imprudente a más niveles de los que se pueden contar, como han comprobado ya sus socios.
Esta semana, el PSN elige con su voto el futuro de Navarra… y el suyo propio. Suerte a todos.
Miguel Cornejo (@miguelcornejoSE) es economista y miembro de la junta directiva de Ciudadanos Pamplona.
