Manuel Artero Rueda
Alucino al presentarme con mi documento nacional de identidad ante el presidente de mi mesa electoral en esta nueva fiesta dominical de la democracia pero asumo mi privilegio capitalino al repasar las noticias sobre esta jornada electoral y comprobar, con espanto, la experiencia de los vecinos ceutís que han tenido que depositar su voto ante una interventora aderezada con el burka islamista. Me viene a la mente un lema que la derecha liberal debería haber utilizado cada día de campaña electoral: Debemos votar en defensa propia.
El jovencito que me ha tocado en suerte en Madrid viste con una camiseta descolorida y publicidad del sindicato CCOO y ha colocado en su espacio presidencial un abanico con los colores del arcoíris promocionando el poderío LGBTI . Le pregunto acerca de su indumentaria.
– ¿Sabe usted si es legal su indumentaria para ejercer la responsabilidad que ostenta?
Y con una fina ironía me contesta que no lo sabe y con sonrisa de ganador me remacha:
– Aquí nadie me ha dicho nada ni nadie ha protestado.
Le contesto que yo no lo se, y por ello me permito preguntarle, pero que su camiseta ni es estética ni mucho menos, me parece ética. El presidente de mesa publicista de un sindicato acaba de encontrar mi nombre en su documento oficial de votantes y me abre las urnas, la primera para Europa, la segunda para la Comunidad Autónoma y la tercera para el Ayuntamiento. Y al consumar mi libertad democrática, giro mi vista hacia la izquierda y me encuentro al interventor de Podemos, que con barba estalinista y mueca cómplice sonríe e intuyo, como una terrible premonición en este teatro de la vida y la política española, que la izquierda golpista está muy crecida gracias al falso doctor y socialista, el farsante Sánchez. Me acerco a él y con la mano en la boca, como veo que hacen todos los futbolistas sabedores de que les sigue una cámara en Primer Plano, le espeto:
-Qué suerte tienen ustedes con este presidente de mesa, porque imagino que almorzarán hoy langostinos subvencionados y buenas lascas de pata negra al modo sindicalista liberado-
Y su respuesta es una mirada de odio ancestral, sin un pequeño ápice de ironía ni tan siquiera sentido del humor. Ojo al parche españoles, ante la izquierda que se nos avecina, ya sea vestida con burka o camiseta de sindicato subvencionado, hoy hemos votado en defensa propia.
