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Juicio proceso. Guardias civiles lesionados en el 1-O: «La doctora no nos quiso atender. Tuvieron que llamar al director»

Un alud de testimonios de guardias civiles pone en apuros a las defensas

Las defensas lo han intentado, pero su relato sobre una ciudadanía pacífica que tuvo que resistir la violencia policial no ha tenido cabida entre los testimonios de catorce guardias civiles, que han dibujado un escenario el 1-O digno de un «manual de guerrilla urbana» con agresiones por doquier.

Pese a tratarse de un terreno donde tienen poco que ganar y mucho que perder en esta fase del juicio del «procés», los letrados han tratado de arrancar excesos y actuaciones impropias a los agentes, pero. más allá de encontrar pocos resquicios, lo cierto es que lo que han recibido son respuestas que apuntalan las tesis de las acusaciones.

Y es que los testimonios de los agentes que actuaron sobre el terreno parten de experiencias subjetivas y vivencias personales ante las cuales algunas defensas renuncian a participar, conscientes de que es momento de guardar silencio y más cuando muchos de estos agentes resultaron heridos, aunque haya letrados que insinúen lo contrario. Como ha sido el caso del abogado de Junqueras y Romeva.

En un momento dado, Andreu Van den Eynde ha dicho no ver rastro de las heridas de algunos de ellos en los partes médicos. La respuesta de los agentes ha dejado boquiabierta a la sala.

«La doctora que nos atendió no quiso valorarnos mucho», ha dicho uno; «La doctora, en primera instancia, no nos quiso atender y se reflejó en las diligencias. Llamaron al director del centro, habló con ella y al final nos atendió», ha añadido otro.

No le ha ido mejor al letrado Jordi Pina en sus múltiples intentos por desacreditar los golpes que detallaban los agentes, que han provocado la enésima intervención de Manuel Marchena cuando el abogado pedía a un agente que precisara más, porque estaba viendo su actuación en un vídeo en ese mismo momento.

«Lo que podemos hacer es que testifique usted en vez del testigo. Esto no es serio, señor Pina. Usted normalmente se comporta como un letrado serio, pero en este momento no se ha comportado como un letrado serio», ha manifestado el presidente del tribunal.

Ni a él ni al resto les ha ido mejor cuando trataban de exponer el relato pacífico de cánticos, manos en alto, claveles y resistencia pasiva que han tratado de probar los letrados. El caso es que los agentes han reconocido la mitad de ese relato, porque ya ellos se han encargado de completarlo.

«¿Recuerda que la gente tenía las manos en el aire?», a lo que uno ha respondido, «Más sobre nosotros que sobre el aire»; otro ha añadido, «Sí, entre golpe y golpe que nos propinaban levantaban las manos»; y un tercero ha apuntado a que eso ocurría cuando les «daban patadas por debajo» o «cuando se abalanzaban sobre los escudos».

Y cuando los abogados combinaban manos alzadas con los cánticos y proclamas pacifistas, a cambio recibían respuestas como «sí, ‘el som gent de pau’ junto al ‘hijo de puta’ y ‘cabrones’ al unísono» o «dentro de los insultos y amenazas ya no recuerdo qué gritaban».

Los agentes no encajaban tampoco las bienvenidas tranquilas que deslizaban los abogados en un escenario de resistencia pasiva. Barricadas, tractores y hasta bomberos en primera línea, donde siempre se ubicaban los mas corpulentos y fuertes. Lo peor, han dicho, estaba en esas segundas y terceras filas de ciudadanos.

Desde ahí recibían puñetazos, patadas, arañazos en las espalda por debajo de los chalecos y empujones, cuando no les tiraban monedas, botellas o piedras. Los golpes con cascos de moto y los lanzamiento de sillas metálicas estaban incluidos, han dicho.

Tampoco, han continuado los guardias civiles, arrojaron a los ciudadanos al suelo cuando trataban de abrirse paso, sino que estos se tiraban por iniciativa propia para golpearles «acometiendo con violencia», porque los congregados no estaban parados frente a la línea de seguridad de los guardias civiles. «Estaban activos», según ellos.

Pero esa «agresividad» tuvo grados. Dos agentes han relatado que les trataron de arrebatar las pistolas pero que no lo consiguieron gracias al sistema de seguridad de las armas. Otros -según los relatos escuchados hoy en el Supremo- sí consiguieron quitarles las defensas reglamentarias e incluso los escudos.

Uno de ellos ha contado que le preocupó la reacción de la gente porque llevaba boina, pero a uno que portaba un casco le pegaron una patada en el suelo directamente a la cabeza.

Muy incisivos, los abogados de los acusados les han preguntado constantemente sobre si usaron sus defensas reglamentarias. «Claro, la forma de defendernos de las agresiones es con escudos y defensas».

Los letrados también han recurrido a la presencia de niños en esa masa de gente que un agente ha descrito de manera muy gráfica cuando ha recordado una imagen con «un GRS bajando a un niño de su padre para protegerlo».

«Ya lo veremos en los vídeos», han adelantado las defensas. EFE

Rafael Martínez

Pie de foto. El presidente del tribunal y ponente de la sentencia, Manuel Marchena (3i), junto a los magistrados, Luciano Varela (i), Andrés Martínez Arrieta (2i), Juan Ramón Berdugo (3d), Antonio del Moral (2d) y Ana Ferrer (d), durante el juicio del «procés» que se celebra en la Sala de Plenos del Tribunal Supremo, en el que están acusados doce líderes independentistas, incluido el exvicepresident Oriol Junqueras, por el proceso soberanista catalán que derivó en la celebración del 1-O y la declaración unilateral de independencia de Cataluña (DUI). EFE/Archivo

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