Representantes de la Fundación Leyre.
Cuando desaparece una persona las espadañas lloran campanadas. Si además de una pérdida para su familia y conocidos, lo es para toda la nación, lamentamos si no la honran las instituciones. Como en este caso no se espera al gobierno cuatripartito ni a sus colegas munícipes, ha sido la sociedad civil quién ha suplido esa ingratitud. Y así, en una cifra tan rotunda y redonda como serían sus cien años si viviera, se ha homenajeado a Javier Nagore Yárnoz, un hombre con la talla de los más altos campanarios pamploneses, los de san Cérnin. Quién no conozca al ilustre personaje, lo irá haciendo durante este artículo.
Fue para mí un honor que me convocasen a este acto muñido por Jesús Tanco, con Pablo Torres y Guillermo Lorea de enlaces. Fue de altura, no solo por trascurrir buena parte junto a una de las mayores, el Archivo General, sino por la del recordado. Y reunió concurrencia a tono: diplomáticos, docentes, notarios, abogados, un ex senador y ex consejero, hasta un Hijo Predilecto de Cintruénigo algo, en esta tierra sin profetas, inaudito.
El evento consistió en una misa en la parroquia de San Nicolás, concelebrada por los sacerdotes Pedro Rodríguez y Ricardo Rovira, y un banquete en el restaurante La Capilla; muy propio.
A los postres de este se produjeron una serie de parlamentos interesantes: Abrió fuego Tanco con el papel de Nagore en la Asociación Navarra del Camino de Santiago; Rodríguez escaló a las alturas de sus aficiones montañeras; José Javier Nagore comentó las múltiples actividades políticas, sociales y poéticas de su padre.
Pablo destacó como alma de la Fundación Leyre a Javier Nagore, que en este punto todos unimos en la memoria del gran Pascual Tamburri. Luego nos citó a diversos colaboradores de esa famosa entidad sociocultural, entre los que me vienen los nombres del escritor y periodista José Javier Esparza, Isabel San Sebastián, Santiago Abascal, José Luis Orella, Jesús Laiz, Fernando Hualde, Nieves y Ángel Ciprés, Cristina Condearena, J.J. Martinicorena, Silvia Baleztena, Octavio de Toledo, Amadeo Serrano, etcétera. Del protagonista, recordó también su libro En la primera de Navarra, luego reeditado como Luchábamos sin odio. Y su papel aglutinador e impulsor de la compilación del Fuero Nuevo. Concluyó declamando un soneto que Javier compuso cuando lo homenajeábamos en 2005, titulado “A mis amigos”.
Como fin, José Javier Castiella explicó su impronta como notario; José Ignacio Palacios intervino para aseverar como nunca le faltó su apoyo; y Rafael García Granero nos divirtió con varias anécdotas relacionadas con el que ellos llamaban “tío”.
Uno, que desde niño sabe hablar, prefirió oír a los que además lo hacen bien; me dediqué a poner la orejota para escribírselo a ustedes sin las deformaciones al uso. De tal manera que les puedo contar algunas adhesiones llegadas de quienes les resultó imposible acudir. Desde Jerusalén, Julio Nagore; desde Leiza, Silvestre Zubitur y Pello Urquiola; Fernando Vaquero no sé desde donde, y otras más.
De salida, los asistentes tuvieron la humorada de retratarse ante el palacio del marqués de Rozalejo. Para quién no lo sepa, se trata de una edificación adquirida con dinero de todos los navarros, que parece cedido entre alcalde y consejera Beaumont a unos correligionarios para que tengan su bar sin necesidad de permisos, licencias, impuestos o factura eléctrica. La foto habrá hecho sonreír a Javier y a Pascual, que seguro tertulian sobre como reverdecer esta querida y hoy amustiada España.
Jesús Javier Corpas Mauleón, historiados y escritor
Fallece Javier Nagore Yárnoz, un navarro, notario y carlista, reconocido y conocido
