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La «Comisión de la Mentira»

Recuerdo de mis ya lejanas infancia y adolescencia, e incluso de una etapa de la juventud durante aquellos campamentos de la IPS -Instrucción Premilitar Superior, vulgo, Milicias- en los que aprendíamos a valorar muchas cosas y a saber que el orden y la disciplina -y callar a veces- deben ser ingredientes imprescindibles en la vida -como ella misma nos enseña después-, una divertida canción que el aburrimiento de los viajes de excursión, marchas o cualquier otra circunstancia que llevara a ello, alguien entonaba y en cuestión de segundos el «coro» seguía de manera automática. Esa canción no era otra cosa que una retahíla disparatada de una serie de absurdos que ponían a las liebres en el mar y a las sardinas en el monte.

Y me ha venido al recuerdo esa canción, que empezaba con la estrofa «Ahora que vamos despacio (bis) vamos a contar mentiras, tralará (tris)…», como los agudos lectores podrán suponer, porque no otra cosa que eso, contar mentiras y desdecirse de lo dicho una y otra vez, es lo que en estos poco más de cien días de desgobierno socialista -y muchos años atrás por parte de los mismos y sus ahora socios- estamos viendo, tras lo que ya fue una gran mentira en la «justificación» -«conseguir la estabilidad mediante la convocatoria inmediata de unas nuevas elecciones generales» decía Pdr Snchz en el Congreso- que se adujo para desalojar al Gobierno legítimo, en precario, pero legítimo, lo que no es este, que mantiene la precariedad -incluso mayor- pero no la legitimidad, al no tener el respaldo de las urnas sino de unos cómplices minoritarios a los que les une su interés en cambiar la Historia y romper la España Una, Grande y Libre -con los matices que se quieran- que una gran mayoría de españoles disfrutábamos y por cuya continuidad se hizo un gran esfuerzo, por vencedores -sobre todo- y vencidos, de la peor contienda que un país puede sufrir, una Guerra Civil.

Sólo una cosa distingue esa disparatada y, en sus días, divertida canción, de esta no menos disparatada pero muy triste realidad actual y es precisamente el comienzo de la misma que, para estos okupas y sus socios, habría que cambiar por «Ahora que estamos, vamos deprisa, por si duramos menos que una misa» -porque «la mentira tiene las patas muy cortas», pese a que este «largo caballero» las tenga muy largas- porque la hipoteca de altos intereses -que estamos pagando todos los españoles- es de cortísimo plazo.

Las últimas cuarenta y ocho horas de esta pandilla de «Alí Babá» -son muchos más de cuarenta y nos están robando la democracia, además del bolsillo- han sido de traca. Empezó el «héroe» del 8-O, el «patriota» de ocasión José Borrell -marido o lo que sea de la «ecológica» Cristina Narbona, ahora presidente (no presidenta) del PSOE-, con unas declaraciones a la BBC en las que se destapó -para los que todavía tuvieran alguna confianza en un socialista- diciendo que «prefería que los políticos presos estuvieran libres condicionalmente» porque consideraba que «hay otras formas de velar por que no huyan», o sea, olvidando lo que el valiente Picodelmonte y sus compinches, golpistas y cobardes, hicieron hace menos de un año, poner pies en polvorosa y, gracias a la lamentable justicia europea, vivir a costa del presupuesto, es decir, del resto de los españoles en un  barrio de alto copete de Bruselas, en un casoplón de 4.500 € de alquiler mensual, ya casi un año, y con no pocas giras por Europa.

No contento con eso, a una pregunta directa de su interlocutor responde que «Cataluña es una nación, no una región» apostilla. Menos mal dijo también que «En el Derecho Internacional no hay nada que dé a Cataluña un derecho a la secesión que, aunque lo diga Quim Torra todos los días, es perfectamente falso». Y es que, aunque tenga mucho más nivel intelectual y profesional que su jefe, no deja de ser socialista, un término antónimo de verdad y de patriotismo.

Llegó después la controvertida situación de la, hasta el martes, Ministra de Sanidad, Carmen Montón -del montón socialista de la cuota feminista, claro- con la que lo primero que habría que preguntarse es cómo pudo ser nombrada para ese cargo con sus antecedentes como consejera de lo mismo en Valencia -fruto también de la pinza PSOE/Compromis, todo hay que decirlo- en la que demostró ser experta en enchufismo y endogamia -tal vez por eso la eligió Sánchez, para que le diera lecciones del nepotismo que tenía pensado ejercer si llegaba como fuese a Moncloa-. No menos de veintitrés casos de colocaciones a dedo denunciaba OKdiario el día de su nombramiento, de la que la más llamativa quizás fuese la de su propio marido, Alberto Hernández, como gerente de la empresa pública de aguas de Valencia, EGEVASA, -de la Diputación de Valencia que por cierto preside su partido, el PSPV-PSOE-, que batió el récord de Maxim Huerta como «casi» Ministro de Cultura -seis días-, y que renunció a los tres días sin llegar a tomar posesión, parece. La susodicha, se benefició de otro «máster del todo a cien» de los que regalaba ese «rey mago» de políticos, Enrique Álvarez Conde, máster del que la Sra. Montón, por no saber, ignoraba hasta donde se daban las clases porque, justificó, «iba al campus en taxi» -o sea que el taxista «adivinaba» el destino de su pasajera-. Empezó el día diciendo que no pensaba dimitir y apoyada por su presidente: «está haciendo un buen trabajo y continuará haciéndolo», para por la tarde y tras desvelarse además que gran parte de su TFM -Trabajo Fin de Máster (o de Mentira)- había sido plagiado, verse obligada a dimitir -segunda dimisión en 100 días-en una «emotiva» comparecencia cargada de contradicciones sobre lo dicho en anteriores declaraciones y en la que, cual papagayo bien entrenado, enunció todos los «logros» de su cortísima etapa ministerial, entre ellas la Asistencia Sanitaria Universal, eso sí, sin citar el enorme coste que supondrá y el menoscabo de derechos a los cotizantes españoles que, fuera de su comunidad autónoma ven relegada su atención a la de los inmigrantes regularizados o no, es decir, cotizantes o no -toda una demostración de justicia social-.

Cerró estas cuarenta y ocho horas lamentables de este gobierno, más lamentable todavía, el pleno del Congreso de ayer miércoles, en el que un acertado Albert Rivera -no tanto como eclipsando a Pablo Casado, amigos de Libertad Digital- interpeló al presidente no diputado sobre su ilocalizable tesis doctoral que según se dice se elaboró -si es que existe- el Ministerio de Industria que entonces dirigía su correligionario Miguel Sebastián -otro amigo de sus amigos o parejas como demostró con el que colocó de presidente del CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial), pero ese tema no toca hoy-. Volviendo a la ignota tesis, la cara del interpelado era todo un poema en su prestado escaño, y le llevó a perder los nervios tras reconocer que el martes «fue un día difícil» al haber perdido a una «amiga y gran ministra, que optó por el camino de la ejemplaridad y la transparencia», para perder literalmente los papeles tras responder que su tesis «sí está publicada en la base de datos Teseo -Base de datos de tesis doctorales-«, acusando al naranja de «salirse de la pregunta y convertir su intervención parlamentaria en un lodazal» y, según el artista político, Toni Cantó, amenazarlo con un «ya veréis», que alguno dice que fue un «os vais a enterar». Ya veremos de lo que nos enteramos de este «actor» de la política que, ojalá, y por el bien de España y los españoles, deje pronto de interpretar el papel de su vida que nunca, ni en sus  mejores sueños, podía haber pensado fuera de su ambiciosa imaginación, antes de que su retorcida intención de endurecer la Ley de memoria histórica -que Mariano Rajoy no se atrevió a derogar con su desperdiciada mayoría absoluta- con esa pretendida «Comisión de la verdad!» para perseguir y castigar a todo aquel que ose reconocer -no ya glosar o defender- cualquier cosa de la época franquista, los embalses hidráulicos, la vivienda social, la Obra 18 de Julio o la paga extraordinaria de esa misma fecha, pongo por caso.

Le sugeriría al Partido Popular, que ahora parece querer recuperar lo que muchos de sus votantes añorábamos, que creara una «Comisión de la Mentira» para desmontar todas las falsedades que el socialismo, desde 2004 principalmente, y el nacionalismo, en las últimas cuatro décadas -ayer volvió a hacerlo en su deformación de la Diada que usurpó-, llevan extendiendo en ese intento nefasto de cambiar la auténtica Historia de España.

Por cierto, en este gabinete ministerial de diseño comercial y cargado de mentiras que se sacó de la chistera el okupa de la Moncloa, ya se preguntan en las redes sociales si el inédito Ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, el astronauta Pedro Duque, «será verdad que estuvo en el espacio».

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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