El acto de enaltecimiento del terrorismo etarra que quiere celebrarse en el “okupado” palacio pamplonés del Marqués de Rozalejo propiedad del Gobierno de Navarra, obviamente, no debería permitirse, pero no hay que olvidar que se llevan muchos meses tolerando actos de este tipo en las ciudades y pueblos de la Comunidad Autónoma Vasca y Comunidad Foral de Navarra.
“Rasgarse las vestiduras” ahora, habiendo permitido todo tipo de homenajes a etarras, roza los límites del cinismo.
La presidenta del Gobierno de Navarra, la nacionalista vasca, señora Barkos, su equipo y los partidos que la sustentan, deberían acordarse de todo lo que han permitido. Los sucesivos delegados del Gobierno, que han pasado por estas regiones españolas, del Pp y del Psoe, no pueden sentirse muy orgullosos, ya que han permitido durante mucho tiempo este tipo de actos.
Decir sentirse solo ofendidos y ahora, porque un edificio “okupado” vaya a ser el núcleo de un homenaje a un “asesino” etarra, desvela la doble cara con la que se tratan este tipo de hechos.
La conducta apropiada debería ser evitar todo tipo de actos de enaltecimiento a terroristas, no cuando interesa y ahora ¡vaya que sí!. El nacionalismo vasco quiere edulcorar sus posiciones, quiere evitar que se le tilde de algo que, veladamente, lleva haciendo décadas, mirar para otro lado ante la barbarie etarra.
Es de esperar que si se evita al final este acto de enaltecimiento del terrorismo, sea el ejemplo que evite cualquier otro más.