El Centro Cultural Islámico y Mezquita Omar de Madrid.
Han tenido que producirse los atentados de Barcelona y Cambrils para que la sociedad española empiece a darse cuenta de que en este país, hay varios cientos de miles de musulmanes, muchos de los cuales se encuentran radicalizados o están a punto de hacerlo.
Hasta ahora los musulmanes españoles se mantenían “a la sombra” e iban, poco a poco, asentándose por una parte importante de nuestra geografía. Hoy se puede decir ya, que hay zonas, pueblos, pequeñas ciudades, donde son ya mayoría.
De esta mayoría, entre un cinco y un diez por ciento, simpatiza, escucha cómo los imanes, -cómo un sacerdote, pero musulmán- , recita sus plegarias, aunque muchas veces, y eso se ha demostrado en varias ocasiones ya, incitan al odio contra el cristiano, al odio contra la civilización occidental.
El Gobierno parece ser consciente -ahora ya- del peligro que supone tener un nido de terroristas islámicos, tiene que acometer y debe acometer una reforma en profundidad del papel que los musulmanes deben tener en España. No pueden existir miles de mezquitas sin control por la geografía española. Todos aquellos musulmanes, que acuden a la mezquita, llámense o no mezquitas, y que tengan declarado más de un delito, no deberían no estar controlados.
El caldo de cultivo del odio hacia el que no es como tú, se imparte en las escuelas coránicas, en las mezquitas. Sería muy sencillo prohibir su actividad y expulsar del país a quienes están fichados por incitar al odio. Solo hace falta, tener la valentía de hacerlo.
