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Salir, laicos de vocación

En el día de Pentecostés, día de la Acción Católica (AC) y Apostolado Seglar, la Conferencia Episcopal Española ha elegido el lema “Salir, caminar y sembrar siempre de nuevo” el cual insiste en la idea recurrente del Papa Francisco de “salir” y “oler a oveja”. Pero para salir lo mejor es conocer cuáles son los impedimentos para remediarlos, por ello los movimientos de Acción Católica queremos llamar a la reflexión sobre las múltiples causas que a las diversas comunidades cristianas (congregaciones, grupos parroquiales, equipos de revisión de vida, grupos de catecumenado y de catequesis, comunidades de base, etc.), hoy en día, nos siguen encerrando en nuestro cenáculo.

Es cierto que en algunos países del mundo el hecho de ser cristiano y querer vivir la fe, es motivo de persecución, incluso la muerte, pero nosotros vivimos en España, en una democracia aconfesional. Puede que algunos cristianos se sientan incomodados ante los ideas de laicismo radical y excluyente que algunos grupos enarbolan en nuestra sociedad, pero esto no debe ser motivo para no vivir la dimensión comunitaria y pública de nuestra fe y ceder ante la idea de que la religión es una faceta privada de la persona, puede que otras creencias lo sean, pero no así el catolicismo que se define como experiencia religiosa compartida por las personas que viven en comunión con la iglesia de Roma.

Otros no quieran abandonar su zona de confort y se sientan muy a gusto al calor del brasero de la sacristía bien por pereza, los menos, bien por confundir las tareas intraeclesiales (como dinamizar la vida parroquial, las catequesis y otras labores que son necesarias e importantes con el compromiso. El compromiso debiera ser una acción externa al ámbito eclesial, que por un lado transforma el ambiente o la realidad social en la que se ejecuta, porque interpela a los que lo observan como convierte a la persona que lo lleva a cabo. El compromiso debe partir de una reflexión ante una realidad hiriente que nos lleva a una actuación (dar testimonio) en una opción por los pobres transfigurando la realidad y las personas afectadas y metamorfoseando a quien lo realiza.

También y porqué no reconocerlo, hay algunos presbíteros con un carácter desbordante que interpretan erróneamente su papel de consiliarios y acompañantes en la fe y otros que confunden la unidad con la uniformidad, de manera que sus feligreses se acomodan en el redil.

Este año, recientemente se ha clausurado el congreso internacional de la AC con el lema “Laicos con vocación”. Esta identidad laical se concreta como vocación particular en la AC, como don, como singular forma de ministerialidad laical, cuando se asume libremente, de modo orgánico y estable, bajo la guía del Espíritu Santo. (CL 31). La pertenencia a la Iglesia local (diocesanidad) donde se hace visible la Iglesia universal, la pertenencia a su vida, a su estructura eclesial, para hacer crecer la comunidad cristiana (AG 15, EN 73, CL 31).

En comunión con los sacerdotes, en la participación de los planes pastorales (CL 31) con las otras realidades eclesiales para vivir la cooperación (AA 20) y la corresponsabilidad.

En salida asumiendo la totalidad de la misión de la Iglesia, para transformar la realidad desde el corazón del Evangelio (CL31, EG 34-39).

Con todos y para todos favoreciendo la cultura del encuentro, el bien común, la paz y la solidaridad, también en la dimensión ecuménica e interreligiosa y con los no creyentes. (EG 111-134, 238-258).

En todo lugar especialmente hacia las heridas del mundo actual para «misericordear»: pobreza, trabajo, tierra, guerras, trata de personas, inmigrantes, vivienda, adicciones. (EG 52-109 y 177-258).

En todas las circunstancias de la vida comenzando por la familia cuyo bien “es decisivo para el futuro del mundo y de la Iglesia” (AL 31) en el compromiso social y político, en el mundo del conocimiento, la economía, el cuidado de la creación, etc., para provocar un nuevo estilo de vida (LS 202-246).

La AC se incultura de diversas maneras según cada realidad (AA 20), para servir en ella, promoviendo un laicado maduro, comprometido y como experiencia concreta de comunidad (EG 77) abarcando las diversas etapas de la vida y a toda condición social.

En palabras del Papa Francisco (03.05.2014) “Este estilo de evangelización, animado por una fuerte pasión por la vida de la gente, está particularmente adecuado a la Acción Católica, formada por el laicado diocesano que vive en estrecha corresponsabilidad con los Pastores. En esto les es de ayuda la popularidad de su Asociación, que a los compromisos intraeclesiales, sabe unir aquellos de contribuir a la transformación de la sociedad para orientarla al bien”.

Por todo ello y en este tiempo los diferentes movimientos de la Acción Católica son un instrumento eficaz para la misión de la Iglesia, formando laicos maduros, corresponsables en la Iglesia y en la sociedad.

Jesús Bodegas, Secretario General de la Federación de Movimientos de Acción Católica de la diócesis de Pamplona y Tudela

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