Una vez más los partidos nacionalistas «chantajean» al resto. Presumiendo de sus posibles diputados y del poder que pudieran tener a partir del día 26, han manifestado que no van a apoyar a quien no reconozca su singularidad, su nación, con todo lo que ello implica.
La ley electoral existente, la ley D’Hont, fue modificada en su día para permitir que los partidos nacionalistas pudieran tener representación en el Congreso y Senado. Se bajo el porcentaje desde un 5 % a un 3%. Se buscaba con ello que tuvieran el «efecto bisagra», es decir, que con sus representantes pudieran completar las mayorías minoritarias para transformarlas en mayoritarias. Tanto PP como PSOE se aprovecharon de ello.
Ahora con las exiguas mayorías que pudieran salir y viendo que, otra vez, pudieran «sacar tajada» anuncia el nacionalismo a quién o no, van a apoyar.
El chantaje, por tanto, es meridiano. Los españoles no pueden estar, no pueden vivir a costa de los caprichos de unos pocos, que encima plantean claramente su separación, su independencia de España. Los partidos políticos tienen la obligación de decir a sus votantes, si van a pactar con quién quieren hacerlo. Un compromiso, un pacto de no contar con ellos, es requisito indispensable para quien defiende verdaderamente España. ¿O acaso es sólo «el sillón» la condición para pactar con quien quiere destruir a este país?.
