Elvira Martínez Chacón
Escribo unas horas antes de que se conozca si finalmente, como es previsible, va a ser preciso realizar nuevas elecciones legislativas. Desde hace meses vivimos en un clima de incertidumbre política, que se ha trasladado a la economía. Y el resultado está siendo un empeoramiento de las perspectivas de producción, crecimiento y empleo que son, incluso en la valoración del gobierno en funciones, bastante menos optimistas de lo que se preveía a finales del año pasado.
No pretendo denunciar quién o qué formación política tiene un porcentaje de culpa más alto; en cambio, querría retomar la situación, tal como se encontraba en diciembre y diseñar las medidas que es urgente adoptar para que España pueda seguir en la senda del crecimiento y empleo que ya había, en cierto modo, consolidado.
Sea lo que sea lo que salga de las urnas cabe pedir a los nuevos gestores políticos -y, en general, a la clase política entera- que tengan miras altas, que dejen de pensar en el muy corto plazo para crear un nuevo escenario que impulse la economía. Y para lograrlo, se ha repetido mucho, se necesita poner en marcha una estrategia que combine la consolidación presupuestaria, políticas macro y reformas estructurales en la línea de mejorar y profundizar en algunas de las medidas adoptadas a lo largo de la última legislatura.
Es preciso, ante todo, llevar a cabo un análisis profundo sobre los requerimientos que tienen los nuevos desafíos, por otra parte bien conocidos: la situación energética, la demografía, los problemas de competitividad o el deterioro de las infraestructuras, por la menor inversión realizada durante los años de crisis.
Evidentemente, no es posible abordarlo todo al mismo tiempo pero es prioritario actuar sobre las debilidades estructurales, orientar mejor las inversiones y/o flexibilizar el funcionamiento de los mercados: de bienes, de servicios y de trabajo que están lastrando, con su rígida reglamentación, el funcionamiento de empresas y sectores públicos.
Se ve necesario también fomentar el diálogo político de manera que se pueda consensuar una reforma fiscal, más clara, que actúe contra el fraude, que reduzca el peso que hoy tiene la fiscalidad sobre la economía española y mejore mucho el funcionamiento del sector público.
Todo ello pasa por el compromiso firme, también una vez que se alcance un consenso amplio, de embridar los déficit públicos, algo que se puede conseguir -no digo que sea fácil- gastando mucho mejor de lo que se está haciendo en los niveles estatal, autonómico y local, con una buena campaña de información que permita que los ciudadanos se enteren, no sólo de lo que nos exige formar parte de la Unión monetaria, sino sobre todo del coste que supone mantener el nivel actual de deuda pública, no digo ya aumentarlo.
Son las líneas generales de un nuevo proyecto, algo que puede ser ilusionante y que gran parte de los economistas españoles llevan bastantes meses proponiendo sin que, por unas razones u otras, no se han puesto sobre la mesa con afán negociador. Es una buena oportunidad de pensarlas de nuevo.
Elvira Martínez Chacón, Profesora Emérita de la Universidad de Navarra, área de Economía
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