Hoy, 12 años después de los atentados del 11M, con una investigación con más sombras que luces y de la que no se conoce la verdad; con una organización terrorista ETA, que sólo ha dejado de matar y, con una parte de la sociedad, instituciones y partidos políticos incluidos, que parece que considera el terrorismo como algo del pasado, no debería olvidarse el esfuerzo de las víctimas.
Ellas, las víctimas, y parece que algunas veces se olvida, ya no están aquí. Sus verdugos, los que les apoyan, sí que están entre nosotros. De una manera o de otra, siguen disfrutando de una vida. Nadie les ha cercenado la posibilidad de seguir vivos.
Por ello, indignan actitudes como las que muchas veces se permiten en la sociedad. Que asesinos confesos cumplan un mínimo de años de pena; que asesinos salgan de la cárcel y al día siguiente se mofen de las víctimas; que se les hagan homenajes y no pase nada; que haya partidos políticos que les defiendan, que consideren su delincuencia como una lucha armada que hay que justificar.
Se echa en falta que quienes ahora pudieran tener responsabilidades de gobierno, apenas o nada hayan dicho sobre este enorme problema que tiene esta sociedad. Parece como si hubiera temas más importantes que solucionar y que el tema que ocupa, hubiera que soslayarlo, hubiera que pasar de “puntillas”`por el. Tema escabroso donde los haya para unos políticos que hoy buscan su supervivencia personal, a los que poco importa el pasado, puesto que solo buscan el presente.
Es de esperar que esta sociedad actual sepa recordar y honrar la memoria de los que hoy ya no están y sepa darse cuenta, que aquellos que fueron asesinados no viven, mientras que sus verdugos, sus asesinos, siguen disfrutando de la vida, estén en la cárcel o no, estén más o menos lejos de sus familias o no, y que mientras les quede un soplo de vida, siempre estarán mejor que aquellos que asesinaron y que hoy se hallan debajo de un puñado de tierra.
