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OPINIÓN: 715.000 catalanes

OPINIÓN: 715.000 catalanes
Luis del Pino: Director de Sin Complejos en esRadio, autor de Los enigmas del 11-M y 11-M Golpe de régimen, entre otros. Analista de Libertad Digital
Luis del Pino: Director de Sin Complejos en esRadio, autor de Los enigmas del 11-M y 11-M Golpe de régimen, entre otros. Analista de Libertad Digital

Ayer, la Asamblea Nacional Catalana comenzó su campaña de presión puerta a puerta de cara al referéndum ilegal del 9-N. Como son malvados, pero no tontos, esa campaña de presión ha sido disfrazada de «macroencuesta»: se supone que para lo que llaman a tu puerta es para hacer un sondeo «anónimo» sobre el referéndum, pero cualquiera que viva en Cataluña sabe de qué va la vaina. Y cualquiera que viva fuera de Cataluña puede también intuir qué es lo que se siente cuando los representantes de los totalitarios se presentan en la casa donde vives.

Cataluña, ese paraíso de libertad en el que pueden simular tu fusilamiento a la puerta de tu casa, si eres concejal del PP. O en el que te pueden mandar fotografías manchadas con tinta roja, junto con una bala, si eres líder de Ciudadanos. Cataluña, ese lugar pacífico donde se agrede a niños en colegios por llevar la camiseta de España tras un partido de la selección, o donde se insulta a periodistas por la calle por llevar la contraria en los medios a la doctrina oficial. Cataluña, ese oasis donde te prohíben elegir la lengua de enseñanza de tus hijos o donde te multan por rotular en castellano.

A pesar de la prohibición del Tribunal Constitucional, los partidos y organizaciones separatistas continúan adelante con su desafío:

La web oficial de la Generalidad sobre el referéndum ilegal sigue abierta, tal como anunció el consejero Homs. El Parlamento catalán ha aprobado la elección de esa especie de junta electoral que habrá de supervisar los resultados del referéndum ilegal y Artur Mas ha firmado su nombramiento. Los medios públicos dependientes de la Generalidad siguen poniendo anuncios relativos al referéndum.

El gobierno de Artur Mas, por tanto, toma decisiones e invierte recursos públicos al amparo de una convocatoria que está suspendida por el Tribunal Constitucional. Todo ello ante la pasividad de Rajoy. Y ahora, a ese abierto desafío del gobierno catalán, se le suma la presión domiciliaria al ciudadano de a pie.

Hay un argumento que muchas veces oigo repetir y que me parece profundamente injusto: hay gente que, al ver el enorme grado de movilización de la minoría separatista en Cataluña, confunde a los separatistas con el conjunto de los catalanes y echa la culpa a éstos de la situación actual. «¿Acaso no votan los catalanes – dicen algunas personas – a esos partidos que están todo el día trabajando contra España? Pues entonces serán ellos los responsables, por votarlos».

Indudablemente, hay catalanes que votan separatismo, pero hay muchos otros que no lo hacen. Y, de la misma manera que yo no soy responsable de los desastres de Zapatero, porque jamás le voté, tampoco el conjunto de los catalanes es responsable de lo que una parte haga. De hecho, son muchos los catalanes que luchan sin descanso contra el nacionalismo, tan solo para ver cómo los gobiernos de Madrid los dejan tirados. Por ejemplo ahora, en plena sedición del gobierno de Artur Mas.

715.802 catalanes ayudaron, hace ahora tres años, a que Rajoy obtuviera mayoría absoluta. Sin esos votos procedentes de Cataluña, sin los escaños que esos votos le proporcionaron, el PP no habría tenido la mayoría absoluta del Congreso. El número de catalanes que votaron al PP en Cataluña en las pasadas elecciones generales es superior al de los que formaron la famosa cadena humana hace un año o al de los que compusieron la V de resonancias fascistoides hace unas semanas.

Así que por supuesto que hay muchos catalanes que han tratado de quitarse de encima la dictadura blanca que padecen: por lo pronto, intentaron ayudar, con su voto, a darle el poder a alguien que confiaban que gobernaría para defender sus derechos.

Pero Rajoy ha respondido a esos catalanes exactamente igual que al resto de españoles: no usando su mayoría absoluta para nada y no moviendo un dedo para defenderlos de las agresiones de quienes violan sus derechos y quieren destruir España.

¿Queremos buscar culpables de la situación? Pues no miremos a Cataluña, donde hay gente aguantando a pie firme desde hace treinta años el embate de un nacionalismo generosamente financiado por los sucesivos gobiernos centrales. Miremos a Madrid, donde se sientan aquellos que dejan a los catalanes sistemáticamente abandonados a su suerte y chalanean con quienes quieren imponerles sus delirios identitarios.

Luis del Pino: Director de Sin Complejos en esRadio, autor de Los enigmas del 11-M y 11-M Golpe de régimen, entre otros. Analista de Libertad Digital

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1 Comentario

  1. Carlos

    Que los separatistas vascos y españoles quieran destrozar España y repartirse los restos entra en el guión, pero lo que hace Rajoy no tiene nombre. Bueno, sí lo tiene y le costará millones de votos.

    Responder

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