

Los socialistas de la Comisión de Control de TVE ya han pedido que la corresponsal Yolanda Álvarez vuelva a Gaza. Es una cuestión de libertad de expresión afirma todo un diputado del PSOE, el señor Juan Luis Gordo que asegura que : “es inconcebible que el Ejecutivo de Rajoy, y la dirección de RTVE, en lugar de defender a la corresponsal de la televisión pública ante acusaciones infundadas, decida apartarla del lugar, como una especie de castigo, a ella y al resto de los ciudadanos, a los que se les ha quitado la posibilidad de contar con una corresponsal en el mismo punto del conflicto”.
Y ante la importancia de tan alta cuestión de estado, me imagino a la periodista, convertida en heroína por muchos de sus colegas y un amplio sector de la sociedad española que no sabe si votar al PSOE o a Podemos, hecha un lío en Jerusalén, porque por su experiencia y valía debe saber bien del pecado de convertirse en protagonista de las noticias, de la difícil resolución de la ecuación que representan las presiones del poder para el oficio del periodismo pero sobre todo de la imposibilidad de confiar en las fuentes periodísticas que proporcionan los terroristas.
Porque a estas alturas de la película que, de momento y como es lógico, han querido protagonizar Javier Bardem, Penélope Cruz y un montón de periodistas con el cerebelo ideologizado, la profesional ya habrá asumido que sus fuentes de Gaza se la dieron con queso cuando la otra mañana nos contó sobre la maldad de los bombardeos de Israel en el concreto escenario de las mortales consecuencias de un cohete mal dirigido o mal explotado por Hamás en territorio propio.
Por eso hoy que hasta el gobierno español juega su cartita diplomática al anunciar el embargo de ventas de armamento a Israel, me parecen hasta irónicas las palabras de ese otro político español socialista que menciona en su discurso en la comisión de control de RTVE a los ciudadanos españoles como merecedores de auténtica y verdadera información de la guerra. Y nada que ver, claro, con la ideología, los intereses electorales o las consignas de partido. Tan solo ese público al que tanto queremos, la ciudadanía, la libertad de expresión y la objetividad de la televisión pública que hoy representa la señora Yolanda Álvarez, a la que por cierto, menuda le ha caído por estar en la primera línea de la puta guerra de las bombas de verdad y esa otra no menos cruel de los enredos y presiones de los políticos, politicastros, espías y demás fauna interesada.
Además hay que añadir al enredo la propia miseria profesional en la se encuentran los Servicios Informativos de TVE en guerra política y por tanto sin consenso profesional en su política informativa. Es decir que a la profesional Yolanda Álvarez a la que deseo toda la suerte del mundo, le dan la palmadita de heroína los políticos del PSOE y las fuerzas de ocupación de la redacción que lidera el Comité de Informativos, tan señeras e importantes, bravas y luchadoras, que han conseguido que ni el Jefe de Informativos se atreva a pasear o sencillamente saludar el “buenos días” por sus territorios liberados de nacional, internacional, sociedad y cultura.
Ahora debe ser todo mucho mas complicado que cuándo yo estuve por esas mesas, hasta la práctica de la propia ética periodística. Entonces había consenso. En nuestra España no se odiaba, por ejemplo, porque ese terrible sentimiento y concepto pertenecía al pasado de nuestra guerra civil. O todos, como una piña, estábamos con los americanos contra el sátrapa Sadam Hussein durante la primera Guerra del Golfo. Formábamos parte de esa colación mundial del progreso, la libertad y la democracia que llevó a nuestro país a la Exposición Universal de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona y la crisis envuelta en la manta de la prosperidad, la modernidad y un lugar preferente en el mundo de los civilizados.
¿Se acuerdan? Todos estábamos contra el terrorismo. Yo me acuerdo estimada Yolanda Álvarez. En las Navidades de 1990 un pequeño el equipo de Informe Semanal de TVE integrado por cuatro personas, se encontraba en Jordania. En Bagdag, mientras tanto, permanecían dos periodistas españoles: Alfonso Rojo y Angela Rodicio.
Veinte y cuatro horas antes de la noche verde del inicio de la primera guerra del golfo llegó a nuestro hotel de Amann la CNN. Unas ochenta personas con kilómetros de cables que se alquilaron toda una planta, y todos los cuatro por cuatro de Jordania entera. Y que, curiosamente, se durmieron en los laureles la noche que estalló la guerra. Al día siguiente nos quisieron comprar nuestro trabajo. No se lo vendimos. Recuerdo al otro lado del teléfono a nuestra directora de Informativos D.E.P. María Antonia Iglesias felicitándonos y cómo, todos a coro, concluimos que los de la CNN eran unos chapuzas prepotentes. Y nosotros representábamos a la esencia de la televisión pública.
Pero ahora, desgraciadamente es TVE la chapuza y me temo que también prepotente…
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Manuel Artero, periodista http://lapaseata.wordpress.com/autor/