La ministra de Educación y portavoz del Gobierno, Isabel Celaá. EFE
La obsesión que tienen los partidos políticos de este país por cambiar lo que hacen sus predecesores raya lo absurdo.
La actual ministra de educación, señora Celaá, del partido del señor Sánchez, antes llamado socialista, quiere a toda costa entrar en la historia de la educación en este país. Para ello se ha inventado una nueva ley de educación por la que el alumnado cada vez lo va a tener más fácil, ya que se prima el poco esfuerzo, y que va a degradar, aún más, la educación pública.
Además, sin religión católica -eso sí la religión musulmana cada vez más presente en las aulas-, con idiomas locales, sin el idioma propio de todos y cada vez con contenidos aún más laxos si cabe.
En suma, un «totum revolutum» para inventarse una ley que hará famosa a su ministra, pero poco más.
¿Hasta cuando se dejará de jugar con la educación? ¿Cuando habrá un pacto educativo? Posiblemente nunca, así se controla más a la gente, vamos, se les aborrega.
