El etarra asesino, Santiago Arrospide Sarasola, alias "Santi Potros / Efe
Tal cual Barrabás. Así debe sentirse uno de los criminales más sanguinarios de ETA que salió ayer de la cárcel. Tal sujeto es el llamado Santi Potros.
Después de haber cumplido los más de 30 años de cárcel, a los que fue condenado por haber asesinado de cerca de 40 personas, Santi Potros era liberado ayer. Ni un año ha cumplido por la vida segada a cada uno de los que asesinó, porque sí.
Y es que el Gobierno y la judicatura española, alojada como está en “el buenismo”, no ve el camino para mantener a este etarra y al resto en la cárcel. Un sistema que está basado en que el inocente tenga que demostrar constantemente que es inocente, se convierte en un calvario. Mientras tanto, el delincuente, el verdugo, vive tranquilamente, sin reconocer la magnitud de sus actos. No lo necesita, está libre.
Urge reformar las leyes para evitar este tipo de situaciones, cuando podrían ser fácilmente evitadas, aunque el Gobierno se haya encargado bien de volver a la Dcotrina Parot. Un delincuente o un asesino, sabe perfectamente que si va a tener leyes que no castigan al malo y premian al bueno, poco camino queda para cometer ilegalidades. Sale barato.
Santi Potros ha matado muchas veces y ahí está libre y sin mácula alguna. Ahora, encima, a recibir homenajes, públicos y notorios, ante las ultrajadas víctimas. Dicen que ya ha cumplido con la sociedad, pero ¿con sus víctimas? Ello no debería quedar impune.
