El presidente de la Generalitat desearía una negociación a la británica, en la que el Estado y Escocia han fijado de manera acordada el enunciado de la pregunta y también la fecha. El caso catalán, en cambio, está transcurriendo de manera distinta, pues CiU, Esquerra, Iniciativa y CUP fijaron de forma unilateral el referéndum para el 9 de noviembre de este año y estableció una pregunta doble que cuestiona sobre un estado propio y sobre la independencia. De hecho, una de las críticas que suele repetir Rajoy cada vez que habla sobre el desafío catalán es que se enteró por los diarios de la pregunta y la fecha.
Convergència, el partido que gobierna en Cataluña, afirmó este martes que no renunciará a que la consulta pregunte sobre la independencia de Cataluña, lo que con toda seguridad imposibilitará la votación por inconstitucional, aunque también empezó a mostrarse favorable a contemplar otras opciones.
Por ejemplo, incorporar a la consulta la que propusieron los socialistas catalanes -«¿Quiere que el Gobierno de Cataluña negocie con las instituciones del Estado un acuerdo que garantice el reconocimiento del carácter nacional de Cataluña, un pacto fiscal solidario y el blindaje de las competencias en lengua y cultura?»- y que los ciudadanos elijan entre la independencia, la tercera vía o la situación actual.
Esta fue la propuesta que completó la oferta realizada por Mas, quien insiste en negociar con Rajoy la consulta, un extremo que el jefe del Ejecutivo central ya le ha dejado claro que «ni puede ni debe».
El principal problema que tiene Mas es que su apertura a un cambio de pregunta y de fecha tropezó con la rotunda negativa de sus socios, Esquerra, Iniciativa y la CUP aseguraron que el día de la votación y los dos interrogantes son innegociables.
Desde el PP se lo recordaron una vez más y señalaron que el presidente del Gobierno aprovechará su reunión con el jefe del Ejecutivo autonómico para explicarle «por enésima vez» por qué «no puede seguir adelante con su pretensión» de convocar una consulta. «No veo mucho más margen si Mas no hace una reflexión y, si no, las instituciones del Estado, la fortaleza de la democracia y la firmeza del presidente estarán ahí», dijo el portavoz de los populares en el Congreso, Alfonso Alonso.
La administración catalana, en cualquier caso, motró su cara menos inmovilista y además de insistir en reclamar que el Gobierno negocie un nuevo modelo de financición para el año que viene, como segundo gesto concialiador, aceptó las condiciones formales que le pone la Moncloa para la reunión de Rajoy y Mas. Desde la Generalitat querían una cita discreta, todo lo contrario que el Gobierno central. Según el consejero catalán de la Presidencia, Francesc Homs, sería mejor que el encuentro no tuviera el foco mediático porque sería «más productivo, pero si no puede ser así, lo haremos de la manera que ellos quieran», admitió el portavoz de la Generalitat. Sobre la conveniencia de que la reunión tenga lugar antes de agosto, Homs tampoco puso objeción. Eso sí, advirtió a la Moncloa que no caiga en la «tentación» de querer convertir la cita en un acto donde se visualice el «menosprecio al señor Mas» y al «pueblo catalán», negando la consulta.