El relevo de Varoufakis, por parte del primer ministro griego, en la negociación que mantiene este país con la comisión europea, es un ejemplo de como lo políticamente correcto prima ante actitudes, digamos ajenas al sistema, incorrectas políticamente. Cuantas veces los políticos han prometido a sus votantes, tal o cual cosa, y a la hora de la verdad se han echado para atrás, causando una amarga decepción.
Sin entrar a valorar la ideología del señor Varufakis, muy ajena a los postulados de la sociedad en la que vivimos, merece una opinión positiva su gesto de rebelión ante los que dirigen la política internacional, en este caso europea, empeñados en valorar todo desde el punto de vista económico, sin atender a los dramas personales que muchos griegos, en este caso,seguro, estarán sufriendo.
La sociedad en la que vivimos debe mostrar su lado más amable ante los desfavorecidos, no su lado más cruel.
Al igual que nuestro famoso Quijote, el señor Varoufakis, caerá, sino lo ha echo ya, ante las aspas de los molinos, en este caso europeos.