Jesús Bodegas Frías
Apenas unos días atrás, aunque informativamente, sea una eternidad. Veíamos como, mientras nuestros científicos debatían con nuestros gestores sanitarios en si estábamos en la séptima ola o era la prolongación de la sexta, los medios alarmaban a la población con varias noticias sanitarias.
El debate de las olas queda para los expertos. Lo que sigue siendo una realidad es que el coronavirus sigue. Continúan los ingresos en los hospitales, en las UCI´s y los fallecimientos. Si bien, ahora los afectados son por un lado los negacionistas, que allá ellos; y de otro, personas mayores de 65 y con otras complicaciones. Parece que como ya han vivido, ya no importan, y hasta algunos perspicaces insinúan que esto palía el problema de las pensiones.
Volvamos a las alarmas sanitarias que han sido cuatro y abordadas de muy diferentes maneras. Una nos advertía de los peligros de las mordeduras de serpientes y/o víboras que en esta época del año. Otra de las picaduras de las garrapatas y como son el origen de infecciones peligrosas como la enfermedad de Lyme. Ambas noticias estaban bien tratadas y explicaban síntomas y reacciones, así como pautas de prevención y modos de actuar para evitar o disminuir las peligrosas consecuencias.
Ahora bien, las otras dos alertas fueron:
- La extraña hepatitis en menores de edad, que alarmó a la población de progenitores. Y al final parece ser uno de los efectos secundarios de la Covid.
- La viruela del mono.
El tratamiento dado, especialmente a esta última, ha sido todo un despropósito informativo. Hemos caído en los errores y prejuicios cometidos en el pasado con el Sida y el síndrome del aceite de Colza. Alarmando a la población y elucubrando sobre posibilidades de contagio. Volviendo a poner el foco en un colectivo por su orientación sexual, al margen de conductas individuales que cada uno debe asumir.
El abordamiento de la noticia ha sido desastroso, ambas noticias han provocado un miedo que se podía haber evitado.
En nuestra sociedad globalizada, globalizadora y globalizante. la aparición de nuevas enfermedades es, ya una realidad. Se estima que en el origen del 60% de las patologías infecciosas hay un animal. Lo vienen advirtiendo mis compañeros biólogos que se dedican al control de especias invasoras, y las autoridades que vigilan el tráfico de animales exóticos y productos derivados con supuestos fines terapéuticos y/o afrodisíacos. Actividades que producen pingues beneficios a las mafias de turno, a la vez que aumentan el fraude fiscal y generan focos de contagio con múltiples posibilidades de salto de enfermedades entre especies diferentes y en nuevos entornos.
Es necesaria una visión holística de la salud. A la vez que una comunicación clara y precisa. El concepto de “Una Salud” ó “Ecosalud” con múltiples aportaciones de diferentes y diversos profesionales sanitarios y no exclusivamente médicos se debe empezar a trabajar ya.
Es necesario e imprescindible un trabajo en equipo y coordinado. El medico diagnóstica y prescribe un tratamiento, el enfermero administra el tratamiento y cuida al enfermo, el farmacéutico y el químico elaboran el medicamento, el biólogo investiga el causante de la enfermedad, busca sus debilidades y estudia la cadena de transmisión junto con el veterinario que además controla el estado sanitario de los animales. Por último, el periodista comunica sin alarmar, ni prejuzgar, y aplica la regla de las tres C´s concreción, concisión y claridad.
De lo contrario tendremos una población aterrada, sugestionada y manipulable por las olas de desinformación sanitaria. O quizá sea eso lo que se busca.
Jesús Bodegas Frías, vicedecano del Colegio Oficial de Biólogos.
