Las acusaciones de Marie LePen, líder de Frente Nacional (FN) francés, vertidas contra el gobierno alemán de Angela Merkel en el sentido de que Alemania se estaría aprovechando de la llegada de los refugiados de Oriente Medio para tener un nuevo mercado laboral, basado en menores salarios. Este es un nuevo punto de vista que sale a “la palestra” del debate político.
Obviamente, a nadie se le escapa que estos cientos de miles de refugiados, una vez que se instalen, tendrán que ganarse “el pan de cada día” con un trabajo remunerado, que no podrán estar, permanentemente, viviendo de las ayudas sociales y de que esta situación, por si misma, pueda aumentar la oferta de trabajadores en Alemania.
El propio partido al que pertenece Angela Merkel, se encuentra dividido ante esta situación, puesto que algunos consideran que, con sus propuestas, se ha podido generar un “efecto llamada” para la inmigración y que ésta podría colapsar él sistema económico y social alemán y, a ello, no están dispuestos.
Si a esto añadimos que Austria, país vecino, va a volver a regular la llegada de inmigrantes ante la avalancha sufrida, y una vez pasado el empuje del “buenismo” de su propio gobierno, parece que Alemania , acabará quedando como la única que, masivamente, seguirá acogiendo inmigrantes. Se calcula que para fin de año más de 800.000 personas habrán entrado en este país.
Si bien es cierto, que las declaraciones de la líder del FN pudieran tener cierto tono electoralista, puesto que, hoy más que nunca, el Frente Nacional según marcan las encuestas, encabeza la intención de voto de los franceses, no es menos cierto, que esta avalancha de inmigrantes va a provocar tensiones, muy difíciles de valorar en estos momentos y de consecuencias imprevisibles.
Se espera una reflexión clara y sincera de nuestras autoridades. España se calcula que deberá acoger a unos 15.000 inmigrantes de Oriente Medio, y del gobierno de la Unión Europea para solucionar esta crisis inmigratoria. No deberían bastár solo buenas palabras y acoger a quien llega, porque, nos surge la pregunta: Y después ¿qué?
