Nuevos atentados terroristas yihadistas sacuden el mundo civilizado y causan el terror y el horror. La comunidad internacional debería responder de forma contundente a esta forma de imponer ideas y posturas. Las palabras no bastan ya. Como decía el papa Francisco hace unos meses, se puede y debe aguantar las afrentas del enemigo, pero cuando a una madre tocan, hay que responder.
Los testimonios de horror que han vivido bajo el yugo yihadista son espeluznantes. El Corán, estamos seguros que no proclama tales barbaridades. No obstante, cabe preguntarse cómo se ha llegado a dicha situación. Décadas de dominio extranjero, de abusos y perdida del entorno de sus mayores, crean ambientes de odio y crispación que conducen a la radicalización. Baste aquí mismo en España, salvando las comparaciones, el radicalismo lleva a que cargos electos tengan en sus twits, frases incitadoras a la violencia y renieguen de genocidios pasados. Intolerable!, pero ahí está. Deberíamos plantearnos un modelo de sociedad tradicional ajena a la actual llena de valores, donde la búsqueda del bien sería la mayor aspiración. Seguramente, esto no ocurriría.