Madrigal toma posesión como Fiscal General del Estado. Elegida y nombrada por el gobierno de Rajoy y ahora será ratificada por el sistema judicial español. Sistema elegido, pactado y nombrado, también, por los partidos políticos en representación a sus escaños. Se atisba que no habrá voces en contra de esta elección y nombramiento.
La nueva fiscal, sustituye así al anterior fiscal general, Eduardo Torres Dulce, dimitido por «motivos personales» y en defensa de la independencia de la actuación de la Fiscalía.
Esperamos que la nueva fiscal emprenda un camino hacia la independencia de la justicia. Difícil lo tiene cuando ésta depende de los poderes políticos.
Bien podría empezar con los casos de corrupción política tratando igual a todos sin tener en cuenta clases, poder o complot. Conocíamos el caso del ladrón gallego al que, por robar cartas a sus vecinos (con la consideración de delito), la fiscalía pide 243 años y más de 2.000.000 de euros de multa. Está imputado y ha declarado como tal. A la vez conocíamos, por ejemplo, como Oriol Pujol, después del viaje de Rajoy a Andorra a principios de enero, se negaba a declarar en el juicio. Y no pasa nada. La fiscalía no ha actuado.
¿Qué le hubiera ocurrido al delincuente gallego sino va a declarar y encima alardea de ello en la prensa?
Estas últimas noticias, paradójicas y ¿justas?, sirven como ejemplo.
La nueva fiscal general tiene muchos casos para demostrar que, efectivamente tiene perfil, como dijo Rajoy “capaz”, “independiente” y que “vela por el cumplimiento de la ley” . Tiene tiempo para demostrarlo, con hechos.
Sea como fuere, un voto de confianza a la nueva fiscal, no porque sea mujer, sino porque tiene un gran trabajo y una gran responsabilidad entre sus manos. Aquello de que es mujer… queda para quienes quieran desviar el tema.
Directora NI
