Emilio Garrido Landívar
- Emilio Garrido Landívar , Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos (CEU)
La cuarentena, generalmente es una experiencia desagradable, ya que nos aparta de nuestros seres queridos, percibimos una pérdida de libertad, cierta incertidumbre sobre la epidemia que nos genera ansiedad, aburrimiento y muchas dudas, que sin darnos cuenta dramatizamos y «nos comemos la cabeza» por esa herencia recibida de la Evolución: Cuya memoria nos hace sesgos distorsionados y tendemos a verlo todo negativo…, y nos quedamos tan tranquilos dando vueltas a nuestras miserias que son mucho más fuertes en nuestra cabeza que en la realidad, pues a pesar de todo lo que digo, somos privilegiados de vivir una cuarentena cómoda, con víveres y con todas las necesidades cubiertas: «Lo que perturba al hombre no son los acontecimientos, sino la interpretación que hace de los mismos». Esta frase que parece moderna es del gran filósofo Epicteto del año 55 de nuestra era. Es tan verdad que nos viene de maravilla citarla ahora, pues nuestro cerebro no nos ayuda en demasía a interpretar las cosas en positivo, «ponemos el automático» y todo lo que nos viene lo aceptamos como bueno y positivo y no lo es: ¡Son exageraciones, distorsiones de una realidad que no la interpretamos a nuestro favor, y nos hace mucho daño!
Por eso es muy importante que seamos capaces de «sopesar cuidadosamente los beneficios potenciales de la cuarentena masiva obligatoria frente a los posibles costes psicológicos» (The Lancet, en Infocop, 2020) Sin duda, la cuarentena supone para mucha gente un factor predictivo de los síntomas del trastorno por estrés agudo, no lo negamos; la revista The Lancet así lo recoge con síntomas como: agotamiento, desapego, ansiedad -sobre todo si están con personas contagiadas-, irritabilidad, insomnio, poca concentración e indecisión.
Otro síntoma que nos recalcan los técnicos es la alta prevalencia de síntomas de angustia y problemas psicológicos: Trastorno emocionales, depresión ansiedad, estrés, bajo estado de ánimo, insomnio, irritabilidad, ira, agotamiento emocional. (El estado de ánimo y la irritabilidad destacan por tener una elevada prevalencia).
Aquellas personas que han tenido contacto cercano con un caso confirmado de coronavirus, expresan sentimientos negativos: Temor, nerviosismo, tristeza y culpabilidad. Los niños presentan puntuaciones medias de estrés postraumático, cuatro veces más elevadas, en comparación con aquellos que no han estado en cuarentena.
El efecto de estar en cuarentena es un predictor de síntomas de estrés postraumático y de presión en sanitarios del hospital, incluso tres años después. Los trabajadores de la salud que han sido puestos en cuarentena presentan síntomas más graves de estrés postraumático que el resto de la sociedad general y sienten una mayor estigmatización, exhiben más conductas de evitación después de la cuarentena, informan de una mayor pérdida de ingresos y están más afectados psicológicamente: presentan más sentimientos de enfado, molestia, miedo, frustración, culpa, impotencia, aislamiento, soledad, nerviosismo, tristeza, preocupación, y se sienten menos felices. También en este colectivo la probabilidad de pensar que están contagiados y que pueden propagar el virus a otros es mayor.
¡Todo esto no es una broma, es un problema de salud mental! Pero así y todo insistimos que podemos interpretar las cosas de forma más positiva, intentando no exagerar y con la confianza plena de que esto pasará y con un pensamiento positivo y a nuestro favor: Estoy convencido, plenamente convencido, que el virus no atravesará nuestro sistema inmune, porque me cuido, estoy en cuarentena y porque mi cerebro lo controlo yo, y yo lo reseteo todos los días a mi favor, para que refuerce y proteja nuestros mecanismo de defensa naturales, a los que le ordenamos que funcione a las mil maravillas, con fuerza y con proteína de la buena, y a tope!
