El Servicio Navarro de Salud lleva desde hace ya muchos años teniendo a un alto porcentaje de sus trabajadores de forma interina o eventual. Con ello se ahorra mucho dinero. Tener de esta manera a los trabajadores le permite dedicar menos dinero de sus presupuestos al pago de nóminas y seguridad social, ya que puede hacer lo que hoy se denominan «contratos basura», es decir, pocas horas, días sueltos solamente, sin pagas extras etc, etc.
Además, hay un alto número de plazas no ocupadas por oposición, sino por un sistema de listas, que hace que puedan darse casos de personas que llevaban más de una década trabajando en un mismo puesto de trabajo, simplemente, porque en su día tuvieron la fortuna de estar en la lista adecuada y en el momento adecuado.
El Servicio Navarro de Salud no se ha caracterizado por ofertar grandes ofertas de empleo públicas (OPEs), es más, durante años ni siquiera las ha convocado. Este año 2017 se está de suerte, se ha convocado una OPE, pero con tan pocas plazas, que no van a cubrirse por oposición ni un 10% de las plazas interinas o eventuales que hay en esta comunidad.
Pero eso no parece ser lo peor, va y resulta que ahora, pese a no realizarse una OPE con garantías para cubrir un buen número de puestos de trabajo, cosa increíble, va y el Gobierno de Navarra pide a personas de fuera de la Comunidad Foral que vengan a Navarra a ocupar plazas vacantes disponibles, por ejemplo, este año se jubilan 60 pediatras solo tres plazas se cubrirán en la OPE, porque nadie quiere ya trabajar en este Servicio de Salud, debido a sus precarias condiciones de contratación (jornadas de tres horas, sin abono de transporte o utilizando el propio vehículo para cubrir guardias…).
Los trabajadores merecen un respeto. No puede aligerarse el presupuesto de sanidad, mal contratando a su trabajadores. Más vale que, pese a todo, el Servicio Navarro de Salud, es la envidia del resto del país, y que pese a las condiciones de trabajo draconianas, los profesionales existentes cumplen con eficacia. No se merecen los Gobiernos o los gestores que cada cuatro años tienen -que casualidad que los altos cargos de salud son elegidos a dedo-.
