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Octubre de 1934: en las Cortes Republicanas también se hablaba de Cataluña

El 9 de octubre de 1934 se celebró en el Congreso de los Diputados un pleno tres días después de la proclamación del estado catalán por parte del entonces presidente de la Generalitat, Lluis Companys, sesión en la que se dieron profundas coincidencias con los debates que se viven hoy en el Parlamento.

Aunque aquellos discursos de sus señorías eran más ricos, floridos y complejos -demagogias incluidas-, y los diputados vociferaban desde sus escaños vivas al amor a la Patria que hoy ni se contemplan, las líneas argumentales esenciales no han cambiado mucho.

El Gobierno de la República lo encabezaba Alejandro Lerroux, líder del Partido Republicano Radical, por cuya gestión de la revolución obrera en Asturias, cuenta el diario de sesiones del Congreso, recibió una ovación de los diputados, puestos en pie, cuando entró al hemiciclo.

Los parlamentarios lo aclamaron y lanzaron «vivas» a España, a la república y a Cataluña española, antes de que Lerroux mostrase un punto de vista equiparable al de muchas formaciones políticas que defienden actualmente la unidad de España, aunque de términos más engalanados.

Unidad y Respeto a la Ley

«Yo no perdí nunca la esperanza de que en la obra de mantener la unidad espiritual superior de la Patria nos acompañaran todos. Tengo la seguridad de que la inmensa mayor parte de Cataluña, cuando no esté aherrojada por el sectarismo, se levantará a defender a España, pensando en su propia personalidad y en sus libertades», confesó Lerroux.

El presidente del Consejo de Ministros de 1934 indicó que en aquella Constitución y en aquel estatuto catalán se establecían los métodos para variar aquello que no fuera compatible con la conciencia nacional catalana, argumentos prácticamente calcados a los que defiende ahora el Ejecutivo para solucionar el entuerto nacionalista.

Lerroux aseguró que el deber del Gobierno es mantener la Constitución y todas sus leyes fundamentales: «Hemos reconocido una situación jurídica en Cataluña y no hemos de atentar contra ella; hemos de pedir solamente que los catalanes respeten también la Constitución del Estado».

Rajoy dice ahora que no renunciará «a nada» para impedir que se liquide «de un plumazo» el modelo de convivencia democrático marcado por la Constitución y las leyes.

Actitud ante el reto

El presidente actual del Ejecutivo ha reiterado en numerosas ocasiones el discurso de que el estado de derecho y la democracia responderán «con firmeza, con aplomo, con serenidad y con dignidad».

Actitudes idénticas que, en octubre del 34, otorgaba el portavoz de la Lliga Catalana -partido regionalista y conservador de Francesc Cambó-, Juan Ventosa, a Lerroux: «un tributo esencial del gobernante, la fortaleza, y otro más difícil de conseguir, la serenidad».

Representación de… ¿Todos los catalanes?

«Yo tengo empeño en decir que al lado de los que dirigieron desde la Generalidad aquella proclama no estaba la opinión de Cataluña, que estaba ausente la mayoría de los representantes en Cortes de Cataluña que seguimos formando parte del Parlamento español», afirmó Ventosa.

La semana pasada en el Parlament de Cataluña, los diputados de Ciudadanos, PSC y PP abandonaban el hemiciclo antes de que se votase la ley del referéndum que ampara la votación anunciada para el próximo 1 de octubre.

A esa falta de unanimidad sobre el referéndum también se ha referido en los últimos tiempos el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha recordado que al frente de la Generalitat está un partido que «siempre representó a la burguesía catalana», ahora «chantajeado» por «un grupo de extremistas» como cree que es la CUP.

Alabanzas a España

Lerroux finalizó su primera intervención alabando a España, que «en una hora de peligro sabe fundirse en un solo corazón, en una sola aspiración, en un solo pensamiento», discurso cercano por intención al de Rajoy este verano en una intervención en la Cámara de Comercio de España.

«Contamos con un gran país. España es una gran nación, con creatividad, con ambición, con capacidad de superación y en imagen internacional es un país moderno (…) con una democracia ejemplar», dijo el presidente del Gobierno.

Un triste final

Peor presagio adelantó en su día el diputado José Antonio Primo de Rivera, líder de la Falange, al reclamar en aquel pleno de hace ochenta años la necesidad de una «revolución» para afrontar los retos que España tenía por delante.

Menos de dos años después se produjo el alzamiento militar contra el Gobierno legítimo de la República que condujo a la Guerra Civil y a casi cuatro décadas de dictadura franquista. EFE

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