Zimbabue celebra las elecciones presidenciales en medio de tensiones y emergencias sociales
Zimbabue se acerca a las elecciones presidenciales del 23 de agosto en medio de temores y una crisis socioeconómica. El país del sur de África, -que en 2017 se deshizo del presidente Robert Mugabe en el poder ininterrumpidamente durante 40 años desde 1987 y acusado de gobernar como un dictador y de haber llevado a la nación al borde de la pobreza-, se encamina hacia las segundas elecciones libres de su historia en medio de tensiones y graves problemas sociales. Los dos principales contendientes son los mismos que en la ronda de 2018, el presidente saliente Emmerson Mnangagwa y Nelson Chamisa, un abogado y pastor de 45 años que encabeza el mayor partido de oposición del país, la Coalición de Ciudadanos por el Cambio (CCC). Son muchos los analistas que esperan una votación en un ambiente caldeado tanto por el temor a la represión y al fraude, como por los niveles cada vez más altos de hiperinflación, pobreza y desempleo.
¿Cabe esperar unas elecciones marcadas por la violencia? ¿En qué etapa se encuentra el proceso democrático casi seis años después del derrocamiento de Mugabe quien murió en 2019 a la edad de 95 años, en Singapur)? ¿Y cómo viven esta fase los cristianos presentes en el país? Preguntamos al padre Tryvis Moyo, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Zimbabue. “En esta ocasión las elecciones parecen diferentes a las anteriores, en el sentido de que los líderes hablan el lenguaje de la paz y animan a la gente a ir a votar pacíficamente, sin incitar al odio. El resultado es que hasta el momento no hemos tenido noticias de muchos incidentes. Esto no significa que los episodios violentos hayan cesado por completo. La semana pasada, un hombre en uno de los municipios de Harare fue linchado hasta la muerte y cuanto más nos acercamos a la fecha de la votación, más tenso se vuelve el ambiente”, explica el Redentorista. El pasado 9 de agosto, el presidente Mnangagwa, durante una multitudinaria manifestación con más de 150.000 simpatizantes en la capital, Harare, aseguró que Zimbabue estará perdido si los ciudadanos no lo vuelven a elegir. Acusó a Chamisa de haber prometido a los votantes zimbabuenses ayuda de Washington en cambio de votos. El candidato, en respuesta, acusó al Zanu-PF (el partido de Mnangagwa, el mismo que Mugabe) de “recurrir a métodos sucios” porque el partido ha entrado “en el pánico”.
“La situación es muy delicada, -prosigue el secretario general de la Conferencia Episcopal-, y tememos que el clima relativamente pacífico de este período pueda desembocar en algo más violento. En un contexto de grandes tensiones sociales, con pobreza y muchos problemas, se necesita muy poco para desencadenar cualquier enfrentamiento. Los líderes no deben decir nada que pueda ser malinterpretado por sus seguidores. Pero al mismo tiempo hay que garantizar la libertad de expresión y de reunión porque se han prohibido muchas manifestaciones convocadas por la oposición, más del 50%, y esto es una mala señal. Necesitamos votantes informados y ciudadanos que se sientan libres de expresarse”.
La inflación, el alto desempleo, la inestabilidad política y económica han convertido a Zimbabue en uno de los países más pobres del continente y del mundo, un lugar donde cada vez es más difícil vivir. “Desde el año 2000 nuestra economía nunca ha sido estable, el desempleo siempre es muy alto y esto ha provocado un éxodo de dimensiones bíblicas de los mejor formados del país. Muchos se van a Sudáfrica, otros a Europa u otros lugares del mundo, la diáspora es muy grande. Evidentemente, sin generaciones preparadas, educadas y especializadas, es muy difícil que el país se recupere porque aquí solo quedan los mayores o los muy jóvenes, falta la generación que pueda sacar a Zimbabue de esta situación. Las infraestructuras no se mantienen como deberían, las inversiones tardan en llegar. Otro gran problema es que, aunque existe nuestra moneda nacional, el dólar zimbabuense, tendemos a preferir los dólares estadounidenses y para quienes son pobres o están desempleados, pagar con precios vinculados al dólar estadounidense agrava la situación. Después de Mugabe, hemos asistido a una leve mejoría de la situación social, con más carreteras y construcciones en las ciudades, pero, al mismo tiempo, podemos decir que en materia de derechos hay incluso un retroceso, el espacio democrático en algunas zonas se ha reducido. Se han promulgado leyes draconianas y uno puede ir fácilmente a la cárcel solo por disentir políticamente”, explica el padre Redentorista.
En un país con una población mayoritariamente cristiana (con un 75% de los bautizados pertenecientes a varias denominaciones evangélicas y protestantes, mientras que los católicos son entre 5 y 6%), las Iglesias, unidas bajo el paraguas del Consejo de Iglesias de Zimbabue, siempre han jugado un papel social y político importante.
“Las Iglesias facilitan constantemente caminos de paz en Zimbabue y se reúnen regularmente con los líderes políticos de los diferentes partidos antes, durante y después del proceso electoral. Para nosotros esta es una función decisiva que hace creíble nuestro papel de convencer a los líderes y sus seguidores y encontrar siempre caminos que unan, sin dividir. Los católicos siempre han estado a la vanguardia en pedir a los líderes que sean responsables, que se comprometan a crear espacios libres y democráticos y así hacer que estas elecciones sean libres y democráticas. No queremos ver las elecciones como una ocasión para provocar enfrentamientos o suscite miedo entre la población, porque al final también es siempre un daño mayor para la economía del país. Necesitamos saber que Zimbabue avanza y que las políticas tóxicas del pasado siguen siendo cosa del pasado. Hay una gran necesidad de reformar las instituciones nacionales para que sigan siendo libres e independientes”, concluye el sacerdote. AGENZIA FIDES
