Morante por la puerta grande. J.J. CORPAS
Llevo muchísimo tiempo diciendo que tener la suerte de compartir la época de Morante es una joya para cualquier aficionado.
Un matador que compagina valor (carga, se pasa los toros más cerca que nadie y despacio, los aguanta etc) pureza, arte, técnica lidiadora, creatividad y embrujo, lo convierten a este «torero de toreros» en el más completo de la Historia.
José Antonio ya estuvo muy bien con su primero, pero el animal se acabó pronto.
Sin embargo, salió el cuarto, de nombre Ligero. Este, haciendo honor al nombre y la máxima figura que tenía delante, desarrolló mejor condición física con más bravura. Le premiarán con vuelta al ruedo.
Faroles, verónicas, medias, larga cordobesa, tafalleras, gaoneras… Un recital de perfección en una maravilla de primer tercio y en quites.
Después vino una muleta así mismo de oro: Ayudados por alto, derechazos, naturales, trincheras, molinetes, pases de pecho… Y todos de cartel.
Estoconazo arriba, adorno con tres pases más, perfectos, y toro rodado.
Rabo indiscutible en La Maestranza, después de cincuenta y dos años del precedente de un matador a pie (Pablo Hermoso de Mendoza lo logró, pero a caballo).
Puerta del Príncipe de las que no se ven de tan multitudinaria.
El maestro de La Puebla fue llevado por Sevilla hasta su hotel en hombros de una marea que lo aclamaba. También hace décadas que no se veía una salida así.
Es un genio de época y solo puede competir con el mismo de tan alto que pone el listón.
Quién no pudiera contemplar esa maravilla de este 26 de abril, búsquela y disfrute de una faena antológica.
Jesús Javier Corpas-Mauleón
